1/ Que la inercia te acompañe
Eso es lo que nos decía Obi-Wan Kenobi en las zonas técnicas. Bueno, es una variante y tampoco lo dijo el gran personaje de Star Wars… ¡pero funciona!
Y es que a menudo nos caemos o vamos inseguros simplemente por ir demasiado despacio. En zonas bacheadas un poquito de inercia impide que nos atranquemos. Olvidarse de los frenos puede ser mejor que utilizarlos en exceso, aunque nuestro instinto de conservación de la salud nos pueda dictar lo contrario.
Pruébalo, con moderación, ¿eh? no es cuestión de que no frenes nada en un bajadón ultra bacheado, porque ahí sí que puede que acabes con tus huesos en el suelo.
2/ Dale crédito a tus frenos de disco
Vas a sacar la bici del coche, le habías quitado una rueda, y al ir a colocarla de nuevo… ¡no entra! El disco no tiene hueco porque se han cerrado las pastillas de freno. Esto ocurre cuando accidentalmente presionas el freno, que las pastillas se cierran y al no encontrarse con un disco de freno, se juntan.

Si tienes un destornillador, intenta separarlas, haciendo hueco suavemente, y si no, usa una tarjeta de crédito, métela entre las dos pastillas y muévela lateralmente para irlas separando, y enseguida habrás hecho hueco para que entre la rueda.
A la próxima, ¡no toques las palancas de freno con las ruedas desmontadas!
3/ ¡Esto no frena!

De repente, de un día para otro, tu bici con frenos de disco frena mucho menos. “Si yo solo estuve engrasando la cadena…”
Pues puede ser por eso, que haya saltado algo del lubricante hasta el disco, especialmente si lo has usado en spray, o puede ser porque hayas tocado los discos.
El caso es que la grasa de tu piel y más aún, la grasa de los lubricantes hace que las pastillas no muerdan con fuerza sobre los discos.
El alcohol
El alcohol viene en tu ayuda, pero no hace falta que te des a la bebida, no, solo que consigas un bote de alcohol isopropílico o isopropanol, que es lo mismo, y lo apliques con un paño que no suelte pelusas ni hebras sobre los discos, frotándolos bien. El alcohol desengrasa a fondo y tus frenos vuelven a funcionar como el primer día. Si la grasa ha llegado a contaminar las pastillas de freno, trata de lijar su superficie y si ni aún así van bien, te tocará cambiarlas.

A la próxima que vayas a engrasar, recorta un trozo de cartón y lo colocas por detrás de los piñones para que el aceite no pueda llegar hasta el disco, que está al otro lado del cartón.
4/ ¡Me quedé sin cambio!, cable roto
Si se te rompe el cable del cambio trasero la cadena se quedará todo el tiempo en el piñón pequeño y no hay quien se suba una cuesta dura con esa combinación.

Puedes solucionarlo con un desmontable o incluso con una ramita. Con la mano lleva el cambio hacia una marcha intermedia, girando los pedales para que la cadena pueda llegar a esa marcha, y verás que se hace un hueco en el propio mecanismo al articular el cambio.
Mete por ese hueco el desmontable y habrás conseguido bloquear el cambio en esa posición, quedándose la cadena en esa marcha intermedia que has puesto.
¡No tienes cambios, pero ya puedes volver a casa pedaleando con una marcha lógica!
5/ Anticipación
Es una de las claves en la bici de montaña, y hay dos aspectos donde muchos la descuidan, los cambios de marcha y la mirada.
Empezando por los cambios, antes de llegar a una subida tienes que poner una marcha más suave, porque en mitad de la rampa es fácil que el cambio no funcione bien, que salte la cadena y que pueda incluso romperse.
En cuanto a la mirada, si no la llevas bien adelantada, anticipando el terreno que se avecina, corres el riesgo de llevarte un susto. Tienes que mirar lejos pero también cerca, alternando, para escanear el terreno, ver lo que vas a pisar y mirar lo que está por llegar.
6/ ¡Quieto parao!
¿Hay tantas técnicas para aprender que no te decides y al final no te centras en ninguna? Ya elegimos nosotros por ti: el equilibrio es una de las más útiles para moverte con confianza cuando el terreno se complica y lo vas a poder practicar en cualquier parte.

Para aprender busca una zona con ligera pendiente hacia arriba e intenta ir cada vez más despacio, con medias pedaladas para avanzar. Trata de llevar una línea lo más recta posible y gira a un lado la rueda delantera cuando estés casi parado, para poder equilibrarte con desplazamientos laterales. Practícalo muy a menudo, en cada parada que tengas y en cualquier momento, repetir es la única forma de mejorar.
7/ Llevas siempre desmontables y todavía no lo sabes
Has tenido la mala suerte de pinchar, tienes una cámara de repuesto o una caja de parches y una bomba, pero se te han olvidado los desmontables.

No te preocupes, las palancas de tus cierres rápidos de las ruedas son unos desmontables perfectos, que podrás usar para separar la cubierta de la llanta y así poder reparar el pinchazo.
8/ ¿Te parecen caras las barritas energéticas?
Pues hay una que sale muy económica y que bien podría ser considerada como la primera barrita energética de la historia, hablamos del turrón, pero del duro ¿eh?

Pártelo en trocitos, envuélvelos en papel aluminio y ya tienes energía concentrada y saludable para llevar cuando salgas en bici. Si a Colón le sirvió para descubrir (bueno, para encontrarse con) América, imagínate a ti hasta dónde te van a llevar sus kilocalorías sobre tu bicicleta.