Powerplay:¿Por qué Rocky Mountain ha hecho su propio motor?

Cuando el mercado de los motores para eléctricas está copado por muy pocas marcas, entre las que hay que elegir, Rocky Mountain apuesta por desarrollar su propio motor para su primera e-MTB, y que además sólo se venderá en Europa.

Así es la primera e-MTB de Rocky Mountain
Así es la primera e-MTB de Rocky Mountain

Rocky Mountain ha entrado de lleno en las e-MTB. Al mismo tiempo que estaba desarrollando su nueva Altitude, la evolución de su mítica bici de trail-all mountain, también lo estaba haciendo en versión eléctrica, la Altitude Powerplay, y nada menos que con un motor propio Made in Canada. La marca ha mostrado una gran valentía al abordar el reto tecnológico de partir desde cero, en lugar de aprovecharse de la experiencia de las marcas especialistas como Bosch, Yamaha, Brose o Shimano. ¿Por qué lo ha hecho?

Por varias razones. En efecto, el motor Powerplay, que según nos cuentan en la marca, es la tercera evolución de un motor que ya ha venido desarrollándose desde el año 2010, ha sido diseñado en paralelo con el cuadro, lo que asegura y mejora la integración y no sólo estética, también funcional para conseguir unas vainas muy cortas, un bajo centro de gravedad y para optimizar la cinemática de la suspensión al ubicar la línea de cadena exactamente donde se quería. De hecho, la bici es geométricamente, y en cuanto a comportamiento, igual que una Altitude 2018 convencional.

Pero esto no es todo, además, Rocky Mountain, al contrario de lo habitual, ha optado por separar el pedalier del motor. Esto tiene tal vez el inconveniente del peso extra, pero tiene varias ventajas:

1) Por una parte facilita el diseño de vainas más cortas que hemos citado.

2) Además, el sistema permite colocar el sensor de torque (el que mide la tensión de la cadena para dar las órdenes pertinente al motor para funcionar según la fuerza que estemos haciendo) entre el pedalier y el eje de giro del motor, una posición que, según Rocky Mountain, es mucho más eficaz y permite una reacción del motor que se hace más natural para nosotros, a la que no hay que “acostumbrase”, como en otras bicis.

3) la tercera, y tal vez la más importante, es que esta elección permite utilizar pedalieres convencionales (lo único diferente en el sistema de pedalier es la rueda libre incluída para que al dar para atrás a los pedales no movamos el motor), lo que abre el abanico para elegir marca y modelo, y, sobre todo, facilita la mecánica. Si tienes que hacer algún cambio o ajuste en el eje de pedalier no tienes que entrar en las tripas del motor.

La Rocky Mountain Altitude Powerplay tiene más particularidades. Al contrario que otras marcas, utiliza un mando remoto muy sencillo, sin display, donde puedes seleccionar entre uno de los tres modos de apoyo, donde puedes comprobar el nivel de carga y poco más. Para entrar en mayores ajustes y configuraciones, existe una app para smartphone.

En cuanto a la batería, está muy bien integrada en el cuadro de carbono, aunque una pega es que sólo puedes cargarla montada en la bici, así que si no tienes enchufe en el trastero, ya puedes ir buscando una regleta...

Hay tres modelos:

El superior Carbon 90, con un peso declarado de 21,6 Kg, utiliza un cuadro 100% carbono, y batería de alta capacidad, 632 watt/Hr. Su precio es de 9.999 €

El intermedio Carbon 70, con un peso declarado de 22,3 Kg, utiliza un triángulo primcipal de carbono y trasera de aluminio, con batería de alta capacidad, 632 watt/Hr y cuesta 7.499€.

El inferior, Carbon 50, con un peso declarado de 22,3 Kg, utiliza delantera de carbono, trasera de aluminio y batería de 500 Watt/Hr. Su PVP es de 6.399 €.

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