De Madrid a Tucson para el Komoot Women’s Arizona Rally

Durante 8 días, Cris y otras 70 mujeres de todo el mundo con la misma pasión por la bicicleta, recorrieron juntas el desierto de Sonora en formato de autosuficiencia. Esta es su historia.

Cristina Maristany

De Madrid a Tucson para el Komoot Women’s Arizona Rally
De Madrid a Tucson para el Komoot Women’s Arizona Rally

Cris Maristany es una comunicadora que, a través de sus viajes en bicicleta por el mundo y los videos que realiza mientras pedalea, busca inspirar y visibilizar a la mujer. Su última aventura, un rally femenino en Arizona, una iniciativa de Lael Wilcox.

Durante 8 días, Cris y otras 70 mujeres de todo el mundo con la misma pasión por la bicicleta, recorrieron juntas el desierto de Sonora en formato de autosuficiencia, acampando bajo las estrellas y superando el desafío de viajar hacia lo salvaje, con escasos puntos de comida y agua entre etapas. La ruta total fueron 650 Kilómetros (400 millas) y 7.600 metros (25,000 pies) de desnivel.

Disfruta leyendo mientras Cris nos lleva a través de esta espectacular aventura con fotografías y un video resumen que ella misma ha hecho sobre el rally.

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CELIA MARTÍN Y CRIS MARISTANY AL INICIO DEL RALLY

En junio de 2023, durante un fin de semana en la Sierra de Madrid con la comunidad “Soy Cicloviajera”, empecé a soñar con apuntarme a un rally de Komoot. Estábamos compartiendo cena e historietas en nuestra zona de acampada tras una magnífica tarde pedaleando juntas. MaryBeth Iannuzzi, una mujer de Alabama que vivía entonces en Madrid, vino con nosotras por primera vez y nos contó su experiencia en el rally de Komoot Torino-Niza de 2022. Ese fue el momento exacto en el que Celia Martín y yo empezamos nuestra aventura internacional hasta Arizona. Lo que todavía no sabíamos era que MaryBeth también se uniría allí a nosotras.

 

KOMOOT WOMEN’S ARIZONA RALLY

Los rallies femeninos de Komoot comenzaron en 2021 con la primera edición del Torino-Niza. Son eventos de ciclismo de ultradistancia abiertos a mujeres, personas no binarias y trans, que quieran afrontar un gran desafío en un entorno de inclusion y diversidad. Los rallies tienen como objetivo conectar, unir y romper las barreras en el ciclismo, haciendo que las aventuras en bicicleta sean más accesibles para mujeres de cualquier índole. El objetivo de cada edición es compartir conocimientos, aprender experimentando y, sobre todo, ¡divertirse!

Del 11 y el 18 de noviembre de 2023, Komoot celebró su primer rally fuera de Europa. La ruta empezó y acabó en Tucson, Arizona, o lo que Lael Wilcox llama su jardín (¡Soy muy fan de ella!). La vuelta que Lael planificó, combinaba el norte de Tucson y un pintoresco recorrido remoto cerca de la frontera entre México y Estados Unidos. Un mes antes del rally, las organizadoras nos invitaron a una videollamada y cubrieron puntos como el mapa y el terreno, una guía de sitios para abastecimiento de comida y agua, la legalidad de la libre acampada, la preparación de la bicicleta y el volar con ella, consejos prácticos sobre viajar en bicicleta y logística diversa.

Cuando Celia y yo estudiamos la ruta, pensamos que una vez hubiésemos completado el tramo más duro, todo sería pan comido después. Ese tramo era en concreto los primeros 135 kilómetros (84 millas) que había entre Redington Road y la cima del Mount Lemmon, la cuál nos supondría un ascenso de 1800 metros (6,000 pies) en 32 kilómetros (20 millas).

 

ESTÁBAMOS TAN EQUIVOCADAS

El viernes 10 de noviembre, Celia y yo nos encontramos en Tucson en el apartamento que habíamos alquilado para esa noche. Nuestra idea era dormir bien y poder ducharnos una última vez antes de embarcarnos en la aventura salvaje. Ambas volamos desde Madrid pero viajamos separadas. Yo volé a Fénix días antes para visitar a una amiga y casí me da un ataque de pánico cuando un agente en mi escala en Chicago me dijo que mi bici seguía en Madrid. Afortunadamente, estaba equivocado y la bici simplemente desembarcó un poco más tarde que yo.

La noche en que Celia y yo nos encontramos, fuimos a casa de Lael y Rue que nos invitaron a todas las participantes a celebrar la inauguración del rally con pizzas y cervezas. Fue un sueño estar en su jardín, conocer al resto de mujeres y descubrir que todas éramos diferentes en cuanto a condición física, edad o experiencia, ¡incluso había mujeres para las que este sería su primer viaje en bicicleta! Lo que sin duda teníamos en común, era pasión por la bici.

La mañana siguiente, el primer día del rally, nos concentramos en el punto de salida en el Parque Regional Rillito, dónde Rue nos retrató una a una con nuestra bici y equipaje y a todas juntas en una foto grupal, mientras esperábamos con ganas la salida.

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Participantes del Komoot Women’s Arizona Rally. Foto de Ashley Gruber

Al arrancar, pedaleamos como un gran pelotón durante los 30 primeros minutos hasta que, poco a poco se fue dividiendo en pequeños grupos acorde a los ritmos y preferencias. A medida que recorrimos la larguísima carretera Redington, pudimos comprobar cómo las temperaturas cambiaban drásticamente, pasando del frío fresco de las horas tempranas al calor intenso y seco del medio día. Cuando salimos de la carretera y nos adentramos en el campo, mi grupo de cuatro (todas nos llamaban el equipo español), empezamos a sufrir múltiples retos: pinchazos, problemas mecánicos con el cambio y caídas que nos obligaron a pasar demasiadas veces. Perdimos mucho tiempo y queríamos evitar pedalear de noche, así que decidimos continuar comiendo barritas energéticas y frutos secos en vez de parar también a comer. Después del atardecer, llegamos a un bar de carretera en San Manuel, Mel’s Drive-In. Llevábamos 97 kilómetros (60 millas). Muchas participantes estaban allí terminando de cenar y preparándose para continuar hasta el campamento PepperSauce, nuestro objetivo para esa noche. Mi grupo y yo no erámos las únicas demasiado cansadas para seguir y, afortunadamente, las camareras del bar nos invitaron a acampar detrás. Acabamos unas 10 o 15 chicas allí esa noche.

El segundo día era el gran reto: subir a la cima del Mount Lemmon por la cara de la montaña, nada de carretera. Nos despertamos muy temprano y tratamos de salir lo más pronto posible pues teníamos pendientes los 20 kilómetros (13 millas) que no hicimos la noche anterior. La primera parte del día rodamos con el viento en contra. Después, al adentramos en el campo, estuvimos más resguardadas. Sin embargo, enseguida nos dimos cuenta de que esa etapa estaba más pensada para bicicletas de montaña. Cruzar el desierto con nuestras bicicletas gravel complicaba aún más el asunto, especialmente teniendo que enfrentar semejante pendiente con tanto peso encima. Al final, los últimos 8 kilómetros (5 millas) de la ruta, tuvimos que hacerlos andando por lo empinado y arenoso que era el terreno. Por fin, las cuatro llegamos a la cabaña que teníamos alquilada en la cima y cocinamos una gran cena al calor de la chimenea.

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El tercer día empezó de la mejor manera: 32 kilómetros (20 millas) de bajada desde la cima del Mount Lemmon hasta Tucson, por una carretera de película por la que vas pasando por siete ecosistemas distintos, empezando con un bosque de pinos similar a los de Canadá y terminando en una explanada llena de cactus Saguaro. Descender el Mount Lemmon ha sido la ruta más bonita que he hecho en mi vida, ¡no me extraña que sea famosa en todo el mundo! Nos llevó casi el mismo tiempo bajar que subir pues fuimos parando constantemente para hacer fotos y videos. Después de esta impresionante experiencia, nos juntamos con el resto de grupos y comimos tranquilamente por primera vez. El día continuó con un tramo fácil y plano por asfalto, hasta llegar a Sahuarita y encontrar un sitio en el que acampar junto a otras participantes.

Participantes descendiendo el Mount Lemmon. Foto de Ashley Gruber
Participantes descendiendo el Mount Lemmon. Foto de Ashley Gruber

El cuarto día fue un reto mental para mí. Empezamos rodando en un camino de tierra lleno de baches. Enseguida nos quedamos atrás, lejos de los otros grupos, pues no podíamos pedalear más fuerte. Hacía mucho calor, no había una sola sombra y tampoco puntos dónde comer o coger agua. Después de 32 kilómetros (20 millas) cuesta arriba en estas condiciones, no pude más. “Pensaba que sería fácil después de Mount Lemmon” grité. Las bolsas de mi bici se iban aflojando y rozaban mis ruedas constantemente, lo cual complicaba aún más todo. Me paré, dediqué unos minutos sola a hablarme a mí misma y recolocar las bolsas y empecé a pedalear de nuevo al ritmo de mis canciones favoritas sonando al máximo volumen posible en mi móvil. Así es cómo conseguí recomponerme y superar el reto mental.

Esa tarde llegamos a Patagonia y fuimos al campamento Terrasol, dónde empezó toda la magia. La dueña del campamento cocinó una cena riquísima para todas y nos preparó una hoguera con sillas alrededor. La mayoría de las participantes estábamos allí así que aproveché para proponer una dinámica de juego para conocernos mejor. La idea era presentarnos, contar cómo nos habíamos iniciado en el cicloturismo, confesar algo gracioso sobre nosotras y nombrar a una persona que conociésemos, pasándole así el turno. Me miraron un poco extrañadas, pero se animaron y al final compartimos dos horas de historietas y risas. ¡Fue mágico!

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El quinto fue mi día de descanso activo. Me desperté congelada tras seguir los consejos de unas valientes y pasar la noche sin la capa exterior de mi tienda para poder ver las estrellas. Afortunadamente, pude darme una ducha en el campamento y entrar en calor antes de salir. Ese día pedaleamos a través del Condado de Santa Cruz, en un precioso camino de grava. Yo tenía tanta energía que decidí pedalear todo lo rápido que pudiese para adelantar a las demás y parar en un punto a volar mi dron y grabarlas cuando pasaran por allí. ¡Lo conseguí! Puedes ver estos preciosos planos al principio de mi vídeo. Por la noche acampamos en una explanada con un lago, llamada Lakeview. Llegamos antes del atardecer y aún hacía calor, así que la mayoría de nosotras nos bañamos desnudas en el lago. ¡Ese fue otro momento mágico! Después hicimos una hoguera y nos sentamos alrededor a charlar; ya se había convertido en nuestra rutina.

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En el sexto días, los problemas llegaron de nuevo a mi grupo. Las marchas de Celia no cambiaban bien y a MaryBeth le dolía tanto la rodilla que tenía que subir las cuestas a pie. Fue un día muy largo, sin poder reabastecernos de comida o agua en 80 kilómetros (50 millas). El paisaje era precioso, como cada día, pero cuando por fin salimos de las montañas y llegamos a carretera, solo podíamos pensar en encontrar un sitio para comer. Casi lloro cuando vi un restaurante de comida rápida llamado Wendy’s. Les pedí que me sirviesen el plato más calórico que tuviesen y ¡me dieron una hamburguesa que hasta tenía nachos dentro! Nos quedamos de sobremesa, sin prisa alguna, hasta que sentimos que volvíamos a tener energía. Después continuamos nuestra ruta hasta el campamento y tuvimos que pedalear de noche pero nos dio igual, ¡nuestras barrigas estaban llenas y felices!

De pronto ya estábamos en el penúltimo día. Había llovido durante la noche así que, al despertarnos, esperamos hasta que nuestras tiendas y equipaje se secaron bajo el sol de la mañana. Salimos del campamento a las diez de la mañana. Pedaleamos a través de Ruby Road, uno de los entornos más impresionantes de la ruta, hicimos muchas fotos y cantamos “God Bless the USA” repetidas veces hasta llegar a Arivaca y parar a comer en la acera de una gasolinera en la que pudimos comprar comida hecha. Después de esa parada, Celia estaba sufriendo mucho dolor de culo y tuve que ir animándola el resto de la ruta. Llegamos al campamento de noche, éramos las últimas y todas nos aplaudieron al vernos. Las organizadoras querían que todas pasásemos allí la noche y así poder hacer juntas la última etapa del rally al día siguiente. Nos tenían cena y cerveza para todas y nos sentamos alrededor de una hoguera a rememorar momentos y expresar nuestro agradecimiento por lo que estábamos viviendo.

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A la mañana siguiente, “el equipo español” madrugamos y sorprendimos a todas al empezar a rodar a las ocho y veinticinco de la mañana. La ruta del día era de unos 80 kilómetros (50 millas) y quisimos asegurarnos de llegar a tiempo a la celebración del rally, que estaba programada para las dos de la tarde. ¡Lo conseguimos! La etapa fue básicamente cuesta abajo, desde el Observatorio Fred Lawrence Whipple hasta el Mercado de Tucson. Durante la ruta, ¡vimos pasar el Tour de Tucson a nuestro lado! La última parte de la ruta fue por el carril bici de Tucson. Iba con Celia y MaryBeth pero manteníamos cierta distancia entre nosotras para ir en silencio, reflexionando sobre toda la aventura. Cuando entramos en el Mercado, me sentí tan orgullosa de mi misma que no pude evitar romper a llorar emocionada. La celebración acabó esa noche con un gran grupo de mujeres de todo el mundo divirtiéndose juntas y cantando karaoke en un bar.

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Si echo la vista atrás, puedo asegurar que esta ha sido la experiencia más mágica de mi vida y lo más duro a lo que me he enfrentado nunca en una bici. He conocido mujeres maravillosas de todas partes del mundo y juntas hemos superado el desafío de las altas temperaturas durante el día y el frío extremo de la noche, largas tiradas sin puntos de agua ni comida, pinchazos, caídas y problemas mecánicos. No encuentro palabras que verdaderamente describan a estas mujeres y los momentos tan increíbles que hemos compartido, pero mi video sí lo muestra en imágenes. Es el momento de que lo veas y entiendas el significado de todo esto.

De Madrid a Tucson al Komoot Women's Arizona Rally (VOSE)

Me gustaría concluir diciendo que mi bicicleta es mucho más que un vehículo para mí, es un estilo de vida, es libertad y un pasaporte para viajar por todo el mundo, acompañada o en solitario. Pero, sobre todo, mi bici y el equipo de grabación que siempre llevo encima son el altavoz para llegar a más mujeres y animarlas a embarcarse en su propia aventura. Por favor, no dudes en contactarme en Instagram para cualquier inquietud que puedas tener o simplemente para decirme que has ido a dar una vuelta en bici después de leer esto ;)

 Cris Maristany. Foto de Ashley Gruber
Cris Maristany. Foto de Ashley Gruber