Un gran rugido de León. Ya había conquistado podios en la Titan Desert de Arabia Saudí y en la de Almería pero le faltaba la más especial e icónica, la madre de todas, la de Marruecos. Y ha sido llegar, rugir y vencer. Luis León Sánchez no ha tenido problemas en la última etapa entre el desierto de Merzouga, a pie de las dunas sobre las que ayer se tuvo que bajar de la bici y correr a pie, y Erfoud para adjudicarse el triunfo en la general final de la Titan Dessert de Marruecos por delante de Sergio Mantecón.
Su estrategia hoy, como en todas las etapas ha sido clara: pegarse a la rueda del biker e ir con él a dónde fuera necesario. Incluso si la ruta era fallida como le ha sucedido hoy al cántabro afincado en Valencia. “Ha intentado navegar pero no le ha salido bien, me he quedado con él porque era el que tenía más cerca en la general. Pero le ha salido mal”. Todos los beneficios del triunfo de Luisle irán directamente a parar a la asociación de Juan Carlos Unzue en su lucha contra el ELA y esa ha sido su gran motivación para convertirse en el rey del desierto y ser el titan de los titanes.

“Me he acordado de él al cruzar la línea de meta y también de su familia. Estamos aquí por una buena causa y ojalá se lleve a cabo todo lo que pretende. le mando todas mis fuerzas desde aquí”, decía el murciano. Es por ello que ha sacado toda su potencia de león para rugir más alto que nadie en el desierto, pues no ha cesado de repetir en varias ocasiones que “yo todo lo que tenía que ganar o perder ya lo he hecho como profesional y ahora estoy aquí para disfrutar pero me debo a unos patrocinadores y a una buena causa, que es por lo que estoy aquí”.
Le hubiera hecho feliz un triunfo de Sergio Mantecón, “porque es mi amigo y me gustaría hacer una carrera con él como pareja. Pero ahora lo que quiero es disfrutar, estar con todos mis compañeros hasta mañana que nos vayamos cada uno a nuestra casa”.
Ésa es su foto de la Titan Desert: “Todos los momentos que he compartido con Pruden y Miguel Indurain y con Óscar Pereiro, ha sido todo muy bonito. el día de la etapa maratón, cuando no tuvimos asistencia , todos y cada uno de los compañeros de Kosner-Saltoki me ayudaron en todo, casi me hicieron la cama, me dieron una almohada, otro el móvil para ver una peli de Netflix. Ya me daba vergüenza, parecía un bebe al lado suyo, se lo quiero agradecer porque me he sentido muy cómodo. He vivido cosas muy bonitas que se me quedarán para siempre en el recuerdo”.

También deja claro que “la gente se piensa que ha sido fácil y no. Pero sí ha sido una aventura muy positiva. Cuando te subes a la bici se te olvida todo, pero hemos pasado frío, nos hemos mojado. Aquí tienes que venir mentalizado y físicamente preparado para lo que te vas a encontrar. Aquí en el desierto cualquier día es duro. La navegación juega un papel muy importante y eso a mí no se me da bien. He intentado suplirlo con piernas pero ha habido veces que he ido al límite”.
Se refiere especialmente a la penúltima etapa, entre las dunas del desierto de Merzouga, donde prácticamente hizo todo el tramo de arena con la bici a cuesta y corriendo a pie. “en ningún momento me pude montar porque soy muy torpón. Enseguida se clavaba la rueda delantera y me tenía que volver a bajar. Duraba cinco metros encima de la bici”.

Pereiro fue su gregario de lujo: “me esperó al salir de las dunas para inflarme las ruedas y empujarme. Esos pequeños detalles lo hacen un campeón. Fue un día muy duro. La bici pesa mucho y los pies los llevaba con tanta arena que parecían la playa de Mazarrón”, bromea, “casi tengo que correr con las orejas”. Preguntado si ya está hecho todo un biker, no tiene dudas: “qué va, soy el cachorro de mi casa, el último mono así que imagínate aquí en el desierto”.