Este año, en la Titan Desert, con toda la dureza del desierto almeriense y unas excepcionales condiciones de carrera debidas a las restrictivas condiciones sanitarias, ha demostrado su dureza con un segundo puesto, el mismo puesto que consiguió en el desierto marroquí en 2017 (con 67 años en la categoría de 60), y que ganó en 2018. Este año ha sido segundo ya con 70 años, compitiendo con una treintena de ciclistas de montaña algunos hasta una década más jóvenes que él.

La pandemia del covid 19 ha puesto de manifiesto la importancia del deporte como fuente de salud. Un gran ejemplo es este madrileño que a sus 70 años ha vuelto a estar en el podio de la exigente y temida Titan Desert, una de las pruebas por etapas de mountain Bike más duras del mundo, este año celebrada en la provincia de Almería con epicentro en el desierto de Tabernas.

A lo largo de 5 etapas, más de 400 kilómetros y más de 8.000 metros de desnivel acumulado, Francisco Javier Sánchez de Diego estaba lejos de los líderes absolutos de la carrera, ya que se centraba en la suya propia, donde tenía que pelearse con ciclistas mucho más jóvenes que él para deleite de sus seis nietos que cuentan sin parar en el “cole” las hazañas de su abuelo a sus profes y al resto de compañeros y compañeras.

Francisco comenzó con la bici de niño, cuando su padre le llevaba al Parque del Retiro y le alquilaba una bici. Al final consiguió su propia bici y gracias a su facilidad para la subidas acabó compitiendo con el equipo de La Casera que llevaba la leyenda Federico Martín Bahamontes. Pero su carrera deportiva se frenó en seco por la economía familiar. “Empecé a trabajar joven muy joven, de peluquero como mi abuelo y mi padre; tuve que dejar la bici porque éramos 7 hermanos y había que aportar en casa, era lo que tocaba en aquella época”.

Regresó a la bici ya con 40 años. Eran los años 90 y el boom del mountain bike en nuestro país, con carreras cada fin de semana por todo el país. “Mi hijo corría en Juniors y yo en veteranos. Después de esa etapa dejé de nuevo la bici y me centré en la moto de enduro. Cuando volví de nuevo a pedalear ya tenía 60 años. Me lo tomé más en serio, de la mano de Héctor Guerra que me lleva los entrenamientos (y que ha terminado por conocerme mejor que yo a mi mismo), y también a cuidar más, a vigilar la dieta” comenta Francisco.
En sus visitas asombra a los médicos por sus análisis. “Salen perfectos”. Es el premio a cuidar la alimentación y al tiempo que dedica al ejercicio físico. “El deporte siempre ha estado dentro de mí. No es como el que empieza a hacer deporte de repente. Yo siempre he hecho deporte, también mucho de esquí de travesía y de fondo, y me han atraído los retos personales. Si estoy en un sitio hay una montaña tengo que subir a verla”. El deporte forma parte de su día a día. “Los que hacemos mucho deporte a esta edad, entrenando cada día, sabemos que si dejas de entrenar una semana te duele todo. Eso no quiere decir que sea malo, sino que no puedes dejarlo de golpe. Yo el deporte no lo voy a dejar nunca, aunque tenga 80 años…¡si es que llego!”