Abrigarse en invierno no se trata de ponerse cuanta más ropa gruesa encima mejor, sino en ponerse la adecuada y de la forma correcta, porque en muchos casos “menos es más”. Y en el caso de la indumentaria invernal esto se cumple especialmente, porque si te abrigas demasiado comenzarás a sudar, la humedad usará la temperatura de tu cuerpo para evaporarse y comenzarás a pasar frío. Calor = Humedad = Frío. De hecho, las pautas que te vamos a dar son muy sencillas y con unos resultados tan espectaculares que no lo creerás hasta que lo pruebes.
Vamos a aportar más aislamiento térmico a determinados puntos clave corporales, unas zonas en las que la capacidad de sudoración es muy reducida. A la vez que vamos a restar aislamiento en otras grandes áreas para controlar el exceso de humedad al que son propensas, evitando así que el sudor nos reste temperatura corporal y comenzemos a pasar frío.
Calor = humedad = frío. El secreto reside en controlar la capacidad térmica en los puntos clave, evitando la sudoración.
1. Protege tus orejas

Esto es lo que mejor funciona, y las abuelas bien lo sabían cuando insistían en ponerte el gorro para ir al cole. Cubre tus orejas con unas orejeras, y la sensación térmica directamente subirá unos grados. En días muy fríos, de esos que sales a pedalear a 0º o un par de grados por debajo, mejor un gorro, que cubra toda la cabeza. Mejor un gorro de bici, no de lana, para que el casco te encaje y proteja; que no te quede como una boina.
2. Que transpire el torso

Un error muy común es aislarse el torso demasiado. Las chaquetas 100% (espalda y laterales) de membrana transpirable tipo WindTex o WindStopper son sólo recomendables para temperaturas bajo cero. Al final, si llevas puesta una de éstas, acabas bajándote la cremallera a los 2 minutos de subida… Mejor salir con un poco de fresco hasta entrar en calor, que salir calentitos y pasar calor. Lo ideal es una chaqueta con membrana en pecho, hombros y parte frontal de los brazos, con el resto en tejido térmico como el del culote.
3. Cuidado con las camisetas térmicas

Algunas camisetas térmicas son un arma de doble filo: muy cálidas, pero te obligan a sudar, y ya sabes que la humedad provoca el frío. Nuestro consejo como primera capa o lo que llaman segunda piel es una camiseta diseñada para transpirar, no para aportar calor, para transferir la humedad a un nivel más alejado de la piel. Sobre ésta, una térmica, o un maillot térmico. Las camisetas 2x1 que ofrecen aislamiento térmico y transpiración, o hacen bien una u otra cosa, pero las dos a la vez, no.
4. Muñecas de porcelana

¿Te has fijado en la delgada capa de tejidos que recubre las delicadas muñecas? Aislamiento térmico casi nulo para todas esas venas y arterias que llegan hasta las puntas de los dedos. Siempre nos olvidamos de las muñecas, pero si las cubrimos con unos guantes largos o con unas muñequeras notaremos cómo el frío cala menos.
5. ¿Patitas de jilguero?

Aunque tengas las musculosas patas de un león, el efecto es el mismo. Al igual que sucede en la muñecas, la sangre que circula hacia el pie lo hace desprotegida y cerca de la superficie en la zona del tobillo. Si baja caliente y se enfría rápido en el pie vuelve a subir fría y esto contribuye a refrigerar todo el cuerpo. Aunque no tienen muchos fans, los calcetines de cuello alto son indispensables en invierno, mejor si son de lana de merino, que es un material térmico y con buen control de la humedad.