LAS HURDES: EN TORNO AL MALVELLIDO

LAS HURDES: EN TORNO AL MALVELLIDO

Manuel Pedraz

LAS HURDES: EN TORNO AL MALVELLIDO
LAS HURDES: EN TORNO AL MALVELLIDO

Ruta finalista en el Concurso Bike Rutas 2009
   
ROADBOOK

    La geografía...

  
Esta comarca hoy está organizada administrativamente en cinco municipios e incluye mas de cuarenta alquerías. Físicamente lo que conocemos por Hurdes es una comarca formada por los cuatro valles casi paralelos de los ríos Malo (hoy Ladrillar), Hurdano y Malvellido, Esperabán y Los Ángeles, ordenados de este a oeste. Estos ríos desembocan a su vez en el río Alagón. Descienden desde sierras no muy elevadas, orientadas siempre al sur, lo cual hace que sufran un estiaje muy acusado; son la Sierra de las Mestas, La Corredera, el Cordón, etc. Estas serranías son la prolongación decreciente del sistema central que continúa con la Sierra de Gata. La superficie total de la comarca es de poco más de 500 km2
  
Una visita a cualquier punto de la comarca da una idea de lo agreste de la zona, un verdadero mar de montañas, las carreteras no presentan un tramo recto digno de mención y algunas de ellas tienen no tienen siquiera salida de alguno de estos valles. Desde algunos puntos la visión de los valles cerrados es sobrecogedora, como el angosto naciente del río Hurdano desde las proximidades del Collado de Don Diego.
  
   "Y una maravilla de espectáculo a la vista, ya desde los altos se dominan las hondonadas y el vasto oleaje petrificado de las líneas de las cumbres, ya desde los barrancos se cree uno encerrado lejos del mundo de los vivos que leen y escriben"
  
   Miguel de Unamuno. Andanzas y visiones Españolas.
  
Los ríos como decimos son pocos caudalosos, no obstante han dibujado algunos de los meandros mas bonitos de toda la península, los ríos que tienen un descenso muy acusado en su primer tramo serpentean por los planos fondos de los valles. Uno de los meandros que parece de libro es el meandro del melero en el río Alagón en las proximidades de Riomalo de Abajo, pero por ejemplo el río Malvellido entre El Cerezal y el Gasco ofrece una panorámica excepcional, con los meandros festoneados por los pequeños huertos creados por los hurdanos en su afán por dominar el duro terreno. Además de eso son conocidos diversos saltos de agua; el chorro de la Miancera en El Gasco, el chorrituelo en Ovejuela o el salto del río de los Ángeles, son algunos de ellos. En los tramos más colgados de los arroyos, en cualquier lugar que permitiera hacer una terraza o un bancal quedan las muestras de la laboriosidad de los habitantes de la zona. Hoy día solo se mantienen cultivados algunos de los que están próximos a los pueblos. Lógicamente para ver los ríos en su esplendor hay que visitarlos en una época en que la pluviosidad haya sido alta, ya que en otras ocasiones podrían estar casi sin agua.
  
No es fácil ya, en cambio, ver casas de la típica arquitectura de pizarra. Han sido sustituidas por viviendas modernas, edificadas sin control y que han afeado la estructura de los pueblos. No se puede exigir que la gente continúe viviendo en aquellas casas, no obstante hay que hacer un esfuerzo por conservar algunas de ellas, que tienen un indudable valor etnográfico. Para ver lo que queda de ellas se puede visitar Riomalo de Arriba, Martilandrán en su parte baja, Aceitunilla o el Gasco. Algunas alquerías abandonadas también conservan las características casas de pizarra.
  
Cuando recorramos la comarca veremos como infinidad de caminos y veredas comunican los distintos pueblos o estos con las zonas de los huertos. Están bastante bien conservados y algunos de ellos están tallados entre las piedras o apuntalados en las pendientes laderas con muretes de pizarra, y de esta forma decenas de kilómetros en toda la zona. Una infraestructura que supondría inmensos esfuerzos el realizarla y otros tantos el mantenerla; no se deberían perder.
  
   La historia......
  
La historia de la comarca como tal se remonta al siglo XV, por aquel entonces era parte de la Comunidad de Villa y Tierra de Granadilla, perteneciente a la Casa de Alba. El territorio estaba dividido en dos partes las Hurdes bajas o "lo franqueado" eran los terrenos más llanos y estaban arrendados por los vecinos de Granadilla a ganaderos de Robledillo (Sierra de Gata). La Hurdes altas o "dehesa de jurdes" eran aprovechadas por los vecinos de La Alberca.
  
Este sistema administrativo feudal no aportó un desarrollo significativo a los propios habitantes. A partir del siglo XVII, la iglesia aumenta su influencia y ámbito de intervención intentando organizar la vida espiritual y mostrando una clara preocupación por mejorar las condiciones de vida de los pobladores. La idea de reducir la dispersión de la población promoviendo la concentración en núcleos más grandes en los mejores terrenos no surtió su efecto ante la reticencia de los habitantes.
  
En el siglo XIX el estado organiza diversos procesos desamortizadores que en las Hurdes tuvieron un resultado muy negativo; los montes que habían sido utilizados en forma comunal por los vecinos de las alquerías desde antiguo salieron a subasta. Las protestas de los vecinos que reclamaban que fueran considerados como terrenos comunales no fueron atendidas y los vecinos debieron constituirse en comunidades para adquirir la propiedad desembolsando grandes cantidades de dinero, cosa que no hizo sino favorecer el empobrecimiento de la comarca. Desde finales del XIX y principios del XX, al pairo de las ideas regeneracionistas se constituye la "Sociedad Esperanza de Las Hurdes" tutelada por la iglesia y la élite civil, pretendía la recuperación moral y económica de la comarca. A partir de ese núcleo inicial, filántropos, profesores universitarios, miembros de la iglesia e intelectuales trataron de difundir la problemática de la comarca reclamando al poder político medidas concretas de desarrollo. Miguel de Unamuno retrató en andanzas y visiones españolas el viaje que en 1.914 realizó con los franceses Jacques Chevalier y Maurice Legendre, este último un verdadero baluarte en la defensa de Las Hurdes basó en ellas su tesis doctoral en la Universidad de Burdeos. Tras su muerte sus restos fueron trasladados hasta el Santuario de la Peña de Francia obedeciendo sus últimos deseos.
  
Se intentó dar un impulso al desarrollo de la comarca con la visita que Alfonso XIII, hizo a la comarca en el año 1.922. A instancias de las asociaciones que clamaban por la situación sanitaria y de desarrollo de Las Hurdes, sobre todo La  Esperanza de las Hurdes. Previa a la regia visita el Dr. Marañón realizó un viaje a través de las Hurdes tras el cual firmó una serie de artículos que añadieron motivación para la visita del rey, al que por cierto acompañó en su visita. El rey recorrió durante 4 días a caballo el territorio entrando por Casar de Palomero y saliendo por Las Batuecas. Inmediatamente tras la este viaje se crea el Real patronato de las Hurdes. Inicialmente se fundaron tres factorías (Mestas, Nuñomoral y Caminomorisco) que agrupaban servicios básicos como la escuela, la casa cuartel de la Guardia Civil y el dispensario médico. Alfonso XIII hizo un segundo viaje que fue interrumpido por la muerte del general Primo de Rivera.
  
La última gran alteración de la propiedad y por ende del medio de vida fueron las repoblaciones forestales masivas que se iniciaron en la década de 1.940. Los montes declarados de utilidad pública vieron limitado el uso sobre todo para el pastoreo y se dedicaron al cultivo masivo de pinos.
  
Hay controvertidos debates sobre la historia de Las Hurdes, ¿cuanto hay de mito y leyenda y cuanto de realidad?. No se pretende aquí ser arbitro y hemos introducido literalmente testimonios de visitantes de antaño, que reflejaron su visión particular de la comarca, que ellos transmitieron y que han contribuido a que otras personas hayamos acudido a conocer las bellezas y la realidad de esta impresionante región.
  
LA FAUNA.
  
Una de las especies que vivió con las gentes de Las Hurdes una relación más belicosa fue el lobo. Este animal capturaba algunas de sus presas entre los exiguos rebaños de los hurdanos y constituía una amenaza permanente para sus vidas y posesiones. Así existió la figura del cazador de lobos, uno de los más famosos fue Juan Bravo, transcribimos a continuación el encuentro de los viajeros Marcos Rafael Marcos Belmonte, Polo Benito, César Real, Alberto Mancebo y Venancio Gombau con Juan Bravo en la localidad de Las Mestas en el año 1.909.
  
   "De pronto el silencio se impuso.
   Un aullido prolongado, gutural, penetrante, nos hizo saltar de los asientos y acudir a la puerta de la escuela. Las caballerías, con las orejas tiesas, pugnaban por romper los ramales y se revolvían amedrentadas barruntando el peligro. Al repetirse el aullido, la duda se trocó en certidumbre.
   -¡Hay lobos a la vista! - exclamamos.
   Los niños sonreían alegremente y Polo Benito contestó:
   - Hay casi lobos. Juan viene a visitarnos; van ustedes a conocer un ejemplar singularísimo de la familia hurdana.
   Un viejecito avanzó hasta nosotros, se inclinó, y a modo de saludo volvió a aullar por tercera vez.
- Juan Bravo - dijo Polo Benito - es el cazador de lobos más celebre en toda la comarca.
- Vamos, si, una escopeta negra - indiqué.
   - ¿Escopeta? No, señorito - replicó Juan con cierto desdén. - Yo cazo los lobos a mano, sin herramienta de fuego.
   Di por hecho que era una broma y quise seguirla.
   - Bueno, ¿entonces usted caza lobos como los niños cogen grillos? - pregunte.
   Y Bravo-¡bien le iba el apellido¡ - asintió murmurando:
   - Asina mesmo, como el señorito dice. Miren las manos y los brazos.
   Huellas blancas y profundas en el rojo sucio de la piel, cicatrices y costurones daban fe mordiscos y eran testimonios de luchas cuerpo a cuerpo.
   Examinamos de pies a cabeza a aquel vejete pobrísimamente vestido. Contemplamos su rostro algo más expresivo que el del tipo jurdano corriente y convinimos en que a Juan le faltaba mucho para ser un atleta capaz de reñir a brazo partido con los lobos.
   Trabajosamente, con palabra torpe, y gran cortedad, habló Juan Bravo.
   Su relato tenía subyugadora fuerza de realidad; aquel hombre era sincero al narrar su oficio, que evocaba hazañas mitológicas de personajes homéricos.
   Juan no cazaba lobos a mano, sin auxilio de armas de fuego; hacia algo más temerario: ¡cazaba lobeznos arrancándolos del materno cubil¡
   Arrebatarle los hijos a una loba parece un absurdo. Pues la vida de Juan era la práctica de ese absurdo
   Su padre fue cazador de lobos y el hijo siguió el oficio del padre. El aprendizaje no resultó suave. Había que alejarse de poblado y pasar varios días y noches en lo mas quebrado de la sierra, aguantando nieves, lluvias y viento, con escasa ropa y con unos mendrugos por comida.
   La primera parte de la enseñanza consistió en la iniciación de las costumbres y del jabla o lenguaje de los lobos, hasta llegar a la imitación perfecta de ese idioma.
   Juan Bravo, como muestra de sus conocimientos de filología lobera, nos ofreció varios ejemplos.
   Inflando los carrillos y apretando los labios dejó escapar un ladrido estridente, seco: la voz de ¡alerta! del lobo. Luego moduló un ronquido quejumbroso: el grito de la huida. Después surgieron gañidos largos, muy largos, que aun sonando a lamentos, tenían cierta dulzura: llamadas de loba en celo. Y a la llamada, el reclamo, siguió un dúo de amor capaz de poner miedo en los pechos más valientes. Por último, unos gruñidos débiles, iracundos, nos dieron la sensación de las voces de los lobatos.
   En los últimos días del año, cuando en los hogares se congregan las familias para celebrar las fiestas de nochebuena, Juan se iba con su padre a los montes a acechar el celo de los lobos, a averiguar el sitio donde preparaban la guarida para la futura camada. Las indagaciones solían durar una quincena. Los dos meses de la gestación se empleaban en confirmar los datos adquiridos y en señalar el camino para entrar a saco en los cubiles.
   Marzo y abril eran los meses de campaña seria. El peligro no escaseaba; el lobo tiene mejor olfato, oído mas listo y vista más fina que el perro; al cazar lobos se corre el riesgo de resultar cazado. Para evitarlo servían las habilidades fonéticas de Juan y de su padre. Cuando espontáneamente, o solicitados por el reclamo de los cazadores, abandonaban los lobos su refugio, la tarea era coser y cantar - palabras textuales de Bravo; - se llegaba con algún trabajillo al canchal o despeñadero donde estaba la camada, se atrapaban los lobeznos y se encerraban en un saco, bien apretaditos para procurar en lo posible que quedasen como amordazados, y acto seguido se emprendía la retirada con mil precauciones para prevenir una sorpresa o un ataque. Entonces el maestro y el aprendiz, descalzos hasta aquel momento, se calzaban alpargatas nuevas - lujo rara vez permitido - o pieles de conejo. De tal modo despistaban al enemigo, burlando la finura de su olfato. En ocasiones, los cachorros al ser cogidos se defendían a mordiscos y hasta conseguían desgarrar el saco en que los aprisionaban. Y en ocasiones, la loba, al volver al cubil y al hallarlo vacío o al escuchar los aullidos de los lobatos, saltaba enloquecida de furor en persecución de los cazadores. Correr era inútil; el lobo es un prodigio de resistencia para la marcha y sostiene sin descanso la carrera durante trayectos de cuatro o seis leguas, pudiendo prolongarla toda una noche. Cuando la huida era imposible, el padre de Juan acudía al eslabón y al pedernal, y arrancando chispas y encendiendo fogatas solía contener el ataque. Y en los trances extremos, cuando la fiera avanzaba a rescatar a su cría, el cazador, amparando la espalda en una peña, se enrollaba el capotillo al brazo izquierdo, armaba la diestra con un cuchillo, y sin voces ni desplantes, aguardaba la acometida presentando el capotillo y apuñalando a la loba, abrazándose a ella y rodando con ella en combate salvaje  de acero y de colmillos. El hijo asistía a aquellas escenas auxiliando como buenamente podía a su padre. Y así aprendió Juan a cazar y así cazó por cuenta propia.
   Una vez adueñados de los lobeznos, llegaba la hora de cosechar el fruto de la cacería. Fuerza era andar sin tomar aliento. Las crías, separadas de la madre, mueren al séptimo o al octavo día, y ese corto plazo había que aprovecharlo para recorrer los principales Concejos y solicitar una limosna como premio por la destrucción de las fieras.
   Hasta cuarenta reales se recogen en esa demanda, cuando la cosecha del año se presenta bien. Seguidamente se reemprende la caza, porque los lobatos permanecen en los cubiles durante los dos primeros meses de su vida.
   Juan comenzó el aprendizaje a los nueve años y lleva cogidos doscientos diez y ocho lobos y algunos más, porque hace tiempo perdió la cuenta antigua y abrió cuenta nueva.
   De su infancia, el recuerdo que aun conserva fue el de una de las primeras lecciones. Contaba entonces diez años. Una noche su padre lo llevó a la entrada de un cubil, y era tan angosta la entrada que a duras penas, despojándose de la camisa y del pantalón, pudo el muchachuelo deslizar la mitad del cuerpo entre las piedras. Sigilosamente, escurriéndose, avanzando más y más el torso chocando contra los salientes de aquel estrecho pasadizo roquero, sacó uno, dos, tres, cuatro, cinco lobeznos - la cría de una loba llega a nueve - y de repente se encogió tembloroso: había tropezado con unas patas gruesas; la madre se hallaba con los cachorros y de seguro dormía cuando ya no había saltado sobre los cazadores. Pegando los labios al cuerpo de Juanito, el padre lo mandó salir...¡imposible! El chico estaba preso, empotrado, sin medio para desencajarse del canchal. El padre tiró desesperadamente de las piernas del niño y el cuerpecillo se distendió, pero sin desasirse de las piedras que lo encajaban. Entonces el padre susurro: No tengas miedo voy a casa - la casa distaba tres leguas - por una piqueta y te sacaré en seguida. La loba continuará durmiendo, y si viene el lobo lo conocerás porque se acercará a olfatearte y ya sabes que tiene muy frío el hocico.
   Alejóse el padre; minutos después crujieron algunos guijarros, anunciando que alguien llegaba, y Juanito sintió en la parte superior de las desnudas piernas un contacto muy frío: ¡indudablemente estaba allí el lobo¡....Sin un grito, en una contracción desesperada, convulso, el muchacho se retorció y logró salir, despedazándose, de la madriguera. En los canchales dejóse jirones de carne, y en la espalda a despecho de los años transcurridos, aun muestra Juan un surco acentuado, una cicatriz que le arranca de los hombros y se prolonga hasta la cintura. Y, al escapar de su cárcel, el chicuelo se topó con su padre y maestro, que ya tenía en el saco los lobeznos, y que, para salvarlo, empapó el pañal de la camisa en un regato y lo aplicó al cuerpo del niño haciéndole creer que había llegado el lobo y provocando aquel brutal tirón: protesta de una vida contra la amenaza de la muerte
".
  
Han pasado a la historia por el momento las andanzas de estos cánidos, pero Las Hurdes conservan una amplia biodiversidad en el apartado faunístico aunque casi siempre no nos sea factible el observarla. Los más visibles son las grandes aves especialmente las rapaces que planean incansablemente por las cumbres y los valles; los más habituales son los buitres y particularmente los leonados que son más abundantes aunque hay buenos criaderos de buitre negro, en verano procedente de África viene el alimoche. Entre las águilas la real, la perdicera y la calzada. Veraneante también es la cigüeña negra que comparte hábitat con las garzas y cormoranes.
  
Entre los mamíferos abunda el zorro, la nutria se puede ver en los ríos principales, el gato montés, la jineta, garduñas, comadrejas y tejones mantienen una población representativa. De los grandes mamíferos están el ciervo, el corzo y el jabalí. La proximidad del P. N. Las Batuecas - Sierra de Francia facilita que algunas cabras montesas campeen en territorio hurdano.
  
Entre anfibios y reptiles destacar diversas especies de culebras (culebra bastarda, culebra lisa, culebra de herradura, víbora....), ranas (rana patilarga, rana de San Antonio, rana común..), sapos (sapo partero, sapo común, sapo de espuelas), tritones, etc.....
  
LA FLORA
  
A pesar de las alteraciones sufridas hay estupendas muestras de naturaleza vegetal bien conservada en distintos enclaves. Al menos tres árboles están declarados como singulares por la Junta de Extremadura, son el enebro de Las Mestas, la Madroña de Guijarro-blanco en Pinofranqueado y los tejos de El Cerezal.
  
El ecosistema vegetal dominante corresponde al matorral mediterráneo: brezo blanco, jara común, carquexa, madroño, retama, cornicabras, etc forman en manto de arbustos que recubren los montes exentos de pinos. Entre los árboles además del pino negral, encontramos encinas, enebros, alcornoques, castaños y son más escasos los tejos.
  
 
FICHA TÉCNICA
    
RECORRIDO DE LA RUTA: Vegas de Coria - Portilla de la Genera - Collado Riscosillo - Naciente del río Malvellido - Cerezal - Nuñomoral - Batuequilla - Vegas de Coria.
DISTANCIA: 65,8 kms.
PROPORCIÓN TIERRA/CARRETERA: 6,4%/93,6%
DESNIVEL ACUMULADO: 2.469 mts.
INDICE IBP: 190,73
TIEMPO ESTIMADO: 4-5 horas.
CICLABILIDAD: 100 %.
DIFICULTAD FÍSICA: alta.
DIFICULTAD TÉCNICA: baja.
CUÁNDO IR: primavera, invierno u otoño.
PUNTOS DE INTERÉS: Vegas de Coria - Río Hurdano - Río Malvellido - Nuñomoral - Batuequilla.
MAPA: hojas Nº 551-II (Casares de las Hurdes), 551-IV (Nuñomoral) y 552-III (Vegas de Coria) del Instituto Geográfico Nacional. E 1:25.000.
    
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO:

Vamos a aproximarnos al más recóndito valle de las Hurdes, aquel que en su fondo cobija las alquerías de Martilandrán, Fragosa y El Gasco. El valle que inicialmente forma un arroyo de nombre Malvellido y que verterá sus aguas al río Hurdano en las proximidades de Cerezal.
  
Iniciamos el recorrido en Vegas de Coria, (punto 0) la población del segundo valle de las Hurdes (tras el del río Ladrillar), que se encuentra en la carretera EX-204. Aquí el río Hurdano se encuentra en su tramo final pronto llegará a Arrolobos y allí las aguas embalsadas del río Alagón en el embalse de Gabriel y Galán acogerán las del Hurdano. En Vegas de Coria se juntan la carretera que recorre la Hurdes a lo largo, con la que viene de Nuñomoral que a su vez puede provenir del Gasco, Fragosa y Martilandrán (valle del Malvellido) o de Casares de las Hurdes, Asegur o Huetre (valle del Hurdano).
  
Tomamos la carretera EX-204 en dirección a Pinofranqueado, pasaremos por el puente nuevo sobre el río Hurdano, aguas arriba vemos el antiguo. Aquí el río nos puede ofrecer dos versiones, una la del verano cuando se remansa y una amplia lámina de agua llega al puente desde la represa, si no es así un pedregal de rollos pizarrosos forma el lecho del aquí ancho cauce. El tramo por carretera es corto, pasada una curva cerrada a derechas en la que hay una zona industrial destinada a la preparación de aceitunas y encurtidos, sale un camino asfaltado por la derecha, bordeado de setos. (punto 1) Llegamos a unas casas y edificios del antiguo ICONA y hoy utilizadas por los guardas forestales de la Junta de Extremadura. Pasando entre las casas tenemos tres opciones, debemos continuar por la pista más ancha, la de la derecha que además tiene una señalización que marca el itinerario para visitar las pinturas rupestres del arroyo Batuequilla. (punto 2)
  
Paulatina e inexorablemente remontamos la ladera inmersos en un bosque de pino negral con un sotobosque de madroños y brezos, en zonas más aclaradas o en aquellas en que las pizarras impiden la repoblación, aparecen también cornicabras o carqueixas; el terreno arcilloso hace que la pista sea de color rojizo. Se nos va ofreciendo una amplia panorámica del valle por nuestra derecha a medida que vamos ganando altura. Un ancho cortafuegos y una pista que se le superpone, corta el trazado de la pista por la que circulamos, (punto 3) seguimos de frente. Nos vamos adentrando en el valle del arroyo de la Muda; en el fondo de este primer barranco pasamos próximos a una pequeña presa construida en el arroyo de la Muda; esta presa se utiliza para el abastecimiento de Vegas de Coria. El relieve tallado por los consecutivos arroyos hace que nos apartemos y nos acerquemos al cauce principal del río Hurdano. En los tramos en que lo avistamos vamos viendo como traza meandros ya que el fondo del valle no tiene mucho desnivel, podremos avistar en el río el puente que pasa hacia la alquería de Batuequilla, por la que al retorno pasaremos, en la carretera vemos el pueblo de Rubiaco, con una extensa chopera entre el río y el pueblo. Vemos como una pista sale por la derecha descendiendo la ladera, llega a la alquería de Batuequilla. (punto 4)
  
Nos iremos adentrando en un nuevo valle, el del arroyo de Batuequilla, que pasa precisamente por la alquería homónima, en la margen derecha del río Hurdano. En esta parte veremos la señalización del sendero que accede a la pinturas rupestres en el fondo del valle. Podemos ver algunos ejemplares de enebro próximos al arroyo y a la pista.
  
El tramo final esta cubierto de cemento para consolidar el firme. Desde el fondo de este valle secundario salimos al valle principal rodeando la Sierra de la Jineta y el valle se orienta hacia el suroeste.
  
Cuando veamos Nuñomoral, estaremos próximos a una pista que saliendo por nuestra derecha baja hacia esta población. (punto 5) Muy próximo se encuentra también Cerezal. Aquí vemos como el valle principal se divide en otros dos bien definidos, se unen los ríos Malvellido y Hurdano. Nosotros vamos a recorrer el del Malvellido; desde Casares de las Hurdes baja el río Hurdano, que ira orientándose hacia el oeste a medida que se aproxima al naciente.
  
El fondo del valle se hace más escarpado, ello nos obliga a "buscarle la vueltas" al relieve para conseguir nuestro objetivo. Vamos a tomar altura por el valle excavado por el arroyo de Cerezal. En este enclave se encuentran ejemplares de tejo que han sido catalogados como "árboles singulares" por la Junta de Extremadura, debido a que son la agrupación mejor conservada de toda la región. Sorprende un tanto la existencia de esta reliquia vegetal teniendo en cuenta que en las Hurdes se ha practicado una controvertida política forestal con repoblaciones masivas de pino, seguidas de pavorosos incendios, de los cuales aun quedan huellas patentes. Los mayores ejemplares de tejo son los árboles hembra ya que es una especie dioica, es decir hay ejemplares macho y ejemplares hembra, decir que salvo el recubrimiento del fruto todo el árbol en su conjunto es venenoso.
  
El pequeño embalse que vemos entre los pinos es el de Arrocerezal. Bajo la presa está el charco llamado del Rollón que siempre fue una magnífica poza para el baño.
  
Junto a un depósito de agua una pista sale por la derecha descendiendo la ladera (punto 6) llegando muy próxima al pequeño embalse. Nosotros seguimos de frente y nos aprestamos a remontar la ladera y nos encontraremos con una dura subida en zigzag para ir ganando con esfuerzo la altura que nos permita salvar los escarpes de la cabecera de este valle. En la séptima revuelta una pista sale por la derecha (punto 7) Tomamos esta pista con una pendiente algo más suave pero siempre hacia arriba, y nos ahorramos el coronar la Collada de los Llanos; pasamos bajo el Collado del Hontano y el Lomo Cambroncino, para salir en un cortafuegos a la Collada de la Genera a 1.135 mts de altitud. (punto 8) Estamos en la divisoria de dos valles y podemos ver ahora, las colas del embalse de Gabriel y Galán y más próximas la Sierras del Horno y la de Sanguino y la lejana sierra de Béjar.
  
A la izquierda sale una pista y por la derecha el cortafuegos, sobre el que hay otra pista que se dirige a la cumbre del pico Arrobuey. Seguimos de frente e inmediatamente una nueva pista sale por la izquierda en descenso (punto 9) no obstante elegimos la pista de la derecha, que como se puede ver faldea la ladera al amparo del pico Arrobuey de 1.403 mts de altitud. Podemos ver perfectamente el trazado hasta la otra vertiente del barranco del arroyo de Cambrón. Se puede comprobar que esta zona ya estuvo poblada de pinos. Los incendios han dejado las laderas peladas o con pinos dispersos aun vivos algunos y otros como esqueletos vegetales pelados. El matorral dominado por el brezo ha recolonizado rápidamente las laderas sujetando el terreno. Vemos los plantones de las repoblaciones que se han realizado para recuperar la cubierta arbórea. Una pista sale por la izquierda bajando hacia el pueblo de Cambrón zigzagueando. (punto 10)
  
Poco después damos la vuelta al Lomo Carrasco, cambiamos de valle y por la derecha sale una pista superpuesta a un cortafuegos, que sube directamente hasta el pico Arrobuey. (punto 11) Aquí tendríamos una alternativa más cañera que explicamos al final de la descripción del recorrido, pasando por la misma cima del monte. Ahora seguimos por la pista que bordea en este caso el arroyo de Alavea, que más abajo forma el llamado chorrerón del tajo, un bonito salto de agua. La pista se mantiene con un perfil bastante tendido, lo que nos facilita que hagamos kilómetros con cierta facilidad. En la parte alta del Cotorro de Haycepo vemos una torre de vigilancia de incendios, y vamos dando vista al valle del río Avellanar y a la pequeña alquería del mismo nombre. En este valle vemos un dédalo de pistas que a diferentes alturas cortan prácticamente todas las laderas.
  
Cuando cruzamos un nuevo cortafuegos, una pista sale por la izquierda y recorre el lomo de las montañas hasta llegar a la torre que llevamos viendo hace tiempo. (punto 12) Siguiendo por nuestra pista llegamos a una bifurcación en la que una pista que viene de la parte inferior se junta a la nuestra. (punto 13) Continuamos de frente. Pocos metros después sale un ramal por la derecha, no cambiamos de dirección y vamos de frente. (punto 14)
  
Recorremos el collado del Riscosillo a 1.180 mts de altitud e ingresaremos de nuevo en el valle del Malvellido, para circunvalarlo por la pista que vemos recorrer todo el valle por la parte superior. Inicialmente desciende hasta que alcanzamos una bifurcación. (punto 15) Una pista sale por la derecha pasando por la proximidades del llamado Volcán del Gasco, seguimos de frente.
  
Lo que se conoce como Volcán del Gasco, es un cráter de unos 50 metros de diámetro, que en un momento se llegó a pensar que fue provocado por la caída de un meteorito, hecho que hoy parece descartado, no obstante está declarado Lugar de Interés Científico. Durante muchos años existió el convencimiento popular de que era un verdadero volcán: "En el Concejo de Nuño Moral, entre las típicas alquerías de Fragosa y el Gasco, álzase un aislado monte de no pequeña elevación, en cuya redonda cúspide se ven señales inequívocas de una erupción volcánica. No puede precisarse la fecha de la erupción, pero que la hubo es indudable. El cráter se señala perfectamente por el hundimiento circular del terreno en la cumbre misma del monte.....de las piedras volcánicas que en sus inmediaciones se encuentran fabrican ellos unas cachimbas (pipas) bastante perfeccionadas" Por la España desconocida. Manuel Rafael Blanco Belmonte.
  
Unos pocos castaños pueblan un pequeño terreno más llano y próximo a la humedad natural del arroyuelo. Se puede ver en este lugar y otros que ya hemos pasado y pasaremos como se mantienen cuidados estos árboles, no hay que olvidar que las castañas formaron parte básica de la dieta de los hurdanos en la economía autárquica que caracterizó este territorio. A nuestra derecha se va formando el cauce del arroyo de la Miancera, es este curso de agua el que forma el Chorro de la Miancera, uno de los saltos de agua más conocidos de las Hurdes y muy próximo a El Gasco.

Iniciamos una subida y llegamos a un cortafuegos, en él continuamos por la derecha. (punto 16) No es una pista como tal pero si la que en pocos metros sale por la izquierda y de frente; a su vez el cortafuegos trepa hacia el Cotorro del Pimpollar. (punto 17) Bien, seguimos de frente como no en subida. Mirando hacia el fondo del valle en dirección este vemos posado en la ladera el pueblo de La Fragosa destacando sobre todo el blanco edificio del Cottolengo. También aquí en las laderas se han hecho terrazas para repoblarlas. En la vertiente contraria como realizada con un tiralíneas vemos la pista por la saldremos del valle. No hay posibilidades de error, la pista es única. Tras un corto descenso con una pendiente más acusada damos la vuelta a una loma y vemos un barranco especialmente agreste, verticales cresterías de pizarra llaman nuestra atención. Por nuestra izquierda la pista esta tallada en la roca, por la derecha el barranco por el que se despeñan las aguas esta vez si, del Malvellido. Tras la caída inicial se desliza suavemente como una cinta plateada hacia El Gasco. Aquí las cumbres de la sierra de la Canchera alcanzan sus cotas máximas, muy próximas a los 1.500 mts.
  
Pasamos próximos a un depósito de agua y si volvemos nuestra vista atrás podemos ver que el tramo que acabamos de hacer es realmente impresionante. Parece que la montaña a nuestra izquierda desaparece en una portilla muy próxima al Collado de Don Diego. Es obligado parar y asomarse a la otra vertiente: veremos la parte alta del río Hurdano es un cerradísimo valle en el que llama sobremanera la atención una pista que se ha hecho literalmente cortando la ladera.
  
Volvemos a reiniciar nuestra andadura cerrando nuestro recorrido por el valle en la sierra de la Corredera. Llegamos al lombo de la Pina y cambiamos de valle. Hay un cortafuegos realizado todo a lo largo de este lomo. La pista coincide inicialmente con el cortafuegos, pero al poco una curva cerrada nos orienta hacia la ladera oeste del barranco del arroyo de la Sierpe.
  
El descenso en conjunto es vertiginoso, la gran altitud que hemos adquirido en todos estos kilómetros la vamos a perder en poco más de 8 kms. Hay que tener precaución en algunas curvas muy cerradas o alguna que se cierra en la salida y además no tiene visibilidad.. Pasaremos junto a otro depósito de agua, tras el cual hay una curva a izquierdas especialmente peligrosa y la pista se estrecha. Entramos en la zona arbolada. La pista va rodeando hacia la derecha la zona del Lanchero.
  
En una curva de 180º con fuerte pendiente podemos parar para ver los huertos en bancales construidos a orillas del arroyo y los caminos que recorren las laderas para poder llegar hasta ellos. Un poco más abajo también tenemos una bonita vista de caminos que haciendo "eses" van hasta los pequeños huertos. Desde aquí aun nos queda un buen tramo de descenso.
  
Ya cerca del final de la pista, entre los árboles, alcanzaremos a ver la carretera que va hacia el Gasco, lo que nos indica que la pista está tocando a su fin. En una bifurcación en la que una pista sale horizontal por la izquierda, seguimos de frente bajando. (punto 18) Hemos recorrido hasta aquí los últimos 18 kms sin hallar ningún cruce destacable. En el tramo final especialmente pendiente el firme está cubierto de cemento. Salimos a la carretera y giramos a la izquierda para ir hacia Cerezal. (punto 19)
  
En el histórico viaje de Alfonso XIII en 1.922 el séquito real recorrió las alquerías del río Hurdano y remontó el Malvellido hasta Fragosa en sentido inverso al que nosotros lo vamos a hacer. Desde Vegas de Coria pasó por Rubiaco, Nuñomoral y Cerezal. Es interesante el testimonio escrito por el Dr. Marañón y publicado en el libro "Viaje a las Hurdes"
  
Cerezal (punto 20) y Nuñomoral están muy próximos, vamos por la carretera pasamos sobre el río Hurdano prácticamente en el punto en que se junta el Malvellido, cerrando nuestro recorrido por este valle. Hemos de volver a Vegas de Coria. Cuando llegamos a Nuñomoral salimos a la carretera que sube hacia Casares de las Hurdes, (punto 21) giramos a la derecha y en pocos metros llegamos junto a la orilla del río Hurdano frente a una de las construcciones en pizarra realizadas dentro del plan de recuperación de Las Hurdes. (punto 22)
  
Lógicamente tras juntarse el Malvellido y Hurdano el río toma más porte aunque nunca llega ser a tener un gran caudal. "Los barbos del río Hurdano en conserva son muy buenos" Dr. Marañón. Viaje a Las Hurdes.  Un puente cruza sobre el río pasando a la margen derecha. Seguimos una calle de cemento que se bifurca en unas casas, un ramal perpendicular por la izquierda entre casas de nueva construcción. (punto 23) La pista que nos lleva a La Batuequilla es de reciente construcción, se aproxima y se aleja del cauce del río Hurdano. Las huertas próximas al río que hace décadas serían muy codiciadas hoy están abandonadas en buena parte, no obstante veremos que en algunos meandros se conservan y en otros se han sembrado de chopos. Entramos en el bosque de pinos y debemos hacer una pequeña subida que nos ofrece una panorámica más amplia del río. En una rápida bajada está el indicador de uno de los grabados rupestres de esta zona, son apenas unos trazos en una roca, un cartel explicativo nos indica su origen.
  
Se acaba esta bajada en un vado del río frente al pueblo de Rubiaco, en esta margen vamos a pasar por Batuequilla, (punto 24) si hacemos memoria recordaremos que pasamos por el cauce alto de un arroyo del mismo nombre. En esta pequeña alquería podemos ver algunas casas medianamente conservadas junto a otras de reciente construcción. Quedan olivos históricos e higueras entre las callejuelas. Algunas casas aun mantienen sus tejados de pizarra.
  
Saliendo de Batuequilla pasamos junto a unos pilones de hormigón y el depósito de abastecimiento de agua. Para los que se encuentren con ganas de volver por la vía más rápida a Vegas de Coria continuando esta pista llegamos a un puente sobre el río Hurdano y salir a carretera asfaltada que nos lleva a Vegas de Coria. Para los más reticentes al asfalto en la curva en la que se inicia el descenso sale una pista por la derecha (punto 25) y que sube ladera arriba hasta salir a la pista que recorrimos al principio de la marcha. (punto 26) Habremos recorrido 58 kms y sin duda esta última aunque corta subida hará mella en nuestras piernas. El consuelo es que desde aquí llanearemos o bajaremos hasta llegar a las casas de los forestales que ya conocemos. (punto 27) Desde aquí salimos a la carretera (punto 28) y rápidamente estaremos en Vegas de Coria. (punto 29)
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