Aquellas Klein contaban con aportaciones tecnológicas que hoy se siguen implantado en las bicis actuales casi tres décadas después. Una simple muestra su conjunto de potencia y manillar, que hoy comienza a estar de moda entre los más top del XC, cuando en realidad es un producto que se incorporaba de serie en una bici de 1992 (y antes).

Montar en una Klein, y los que han tenido una lo saben, era ir sobre otro tipo de aluminio al que empezar a proliferar en la época. Eran bicis capaces de filtrar, y al mismo tiempo de ser eficaces en la pedalada, además de ligeras. Sus rodamientos integrados en el pedalier y la dirección, sus cuidadas soldaduras, y lo que no se veía a simple vista, pero estaba ahí, la calidad de fabricación y el tratamiento del aluminio, que quien haya visto un cuadro Klein seccionado sabe de lo que hablamos.

Desafortunadamente para aquel estilo tan artesanal de construir sus bicis, Klein pasó al grupo empresarial de Trek (Trek, Lemond, Bontrager, Gary Fisher) donde el modus operandi de la "pequeña" Klein (que eso significa precisamente Klein en alemán, pequeño) no era compatible. A partir de 1995, Klein empezó a perder su aureola de marca elitista y diferenciadora, para pasar a ser una más en una gran familia, que se defiende estupendamente en el gran volumen, pero que acabó por ahogar una marca que fue siempre por delante de su tiempo.

Las bicis de Gary Klein hasta su integración en el grupo Trek siempre estuvieron acompañadas de un halo de exclusividad y tecnología ganado a pulso. En nuestro país, la empresa Techtools, participada por el que fuera piloto de motociclismo Joan Garriga y Alberto Tesón, se convirtieron en los distribuidores de esta marca californiana a través de Bike House en un momento dulce para Klein como empresa.

La bici a la que hemos tenido acceso, propiedad de Iñigo del Hoyo, cuenta con un montaje con el que podrías pasar las horas delante de ella. Dejando al margen los excepcionales acabados del cuadro Attitude realizado en aluminio de la serie 6061 con tratamiento térmico grado 6, el grupo Campagnolo Euclid de la marca de Vicenza es otra fuente de belleza de la que es muy difícil abstraerse: “Las formas del grupo, en todas sus piezas, como las bielas, o las manetas de freno, son obras de arte -nos comenta Iñigo- y algunas de ellas como los pedales me resultaron tremendamente complicadas de conseguir”.

Con sus siete coronas traseras y tres platos, el Campagnolo Euclid cuenta con un sistema solidario para las manetas de freno y cambio al manillar, y destaca el enorme tamaño de las manetas: “Casi tocan en la parte de los tensores de lo grandes que son, lo mismo que las palancas”. Volviendo al cuadro, lo difícil es encontrar algo que no destaque: “La horquilla Uniklein es de las primeras series, que tenía la parte superior con las formas muy angulosas, y luego pasaría a ser más redondeada”.

Como en todas las Klein, el cableado es interno, algo único e impesable en aquella época como explica Iñigo: “Los cables guiados por el interior del cuadro, o el combo de potencia y manillar, que hoy se está empezando a poner nuevamente de moda... ¡Gary Klein lo hizo hace más de 30 años con el Mission Control! o el uso de rodamientos en la dirección o embutidos en el pedalier”. No podemos pasar por alto la rueda lenticular Sugino de origen oriental que cierra este triángulo americano-italo-japonés y cuyo sonido en marcha sigue siendo un placer escuchar: “Esta Dolomite no podría tener mejor rueda trasera que esta Sugino, todo un icono del coleccionismo de todos los amantes del Mountain Bike”.

Las manetas del Campagnolo Euclid son enormes, tanto que casi llegan a tocarse en la parte central del manillar por la parte de los tensores. Los mandos de cambio se anclan a las propias manetas de freno y en los cantilever los tornillos quedan muy ocultados para un look visual más "italiano".

El cambio trasero Euclid es de caja larga y, aunque pesados respecto a sus competidores, es de una gran belleza.

Detalle del conjunto potencia/manillar Mission Control de una sola pieza y la dirección con rodamientos en su interior, prescidiendo de las cazoletas, una de las muchas tecnologías diferenciadoras de Klein.

Una de las características de las Klein originales era la entrada trasera de la rueda posterior, algo no escesivamente cómodo, pero que las hacía únicas. Al mismo tiempo, las vainas que acababan de forma circular junto a la puntera, tenían sección cuadrada en su nacimiento junto a la caja del pedalier.

Las ruedas OnZa Porcupine en blanco no son fáciles de conseguir, y de hecho fueron las últimas adquisiciones para dar forma definitiva a esta Klein.
