COMER SANO FUERA DE CASA

Cuando comemos fuera de casa, ¿cómo podemos compaginar una buena alimentación con los ritmos de nuestra vida social?

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COMER SANO FUERA DE CASA
COMER SANO FUERA DE CASA

Somos muchas (la gran mayoría) las personas que por uno u otro motivo (laboral o académico, por norma) nos vemos obligados a comer fuera de casa. En nuestras sanas vidas de mountain bikers (algunas más que otras), donde la alimentación influye en nuestro posterior disfrute y rendimiento sobre la bici, es deseable cuidar lo que ingerimos.

RESTAURACIÓN
A diario, lo más común es optar por algún restaurante, generalmente de comida casera, o alguna cadena de establecimientos que ofrezcan menús y entre los estudiantes, la cantina o comedor del centro (esa cafetería que dicen nunca haber pisado pero que conocen mejor que nadie). En estos casos nos ceñimos a un menú cerrado que se oferta a diario a un precio "módico", aunque a veces podremos pedir a la carta pagando un mayor precio.
Siempre buscaremos alejarnos de los platos muy elaborados o precocinados, ya que suelen ser los que mayor contenido calórico tienen y peor perfil nutricional aportan. Evita en lo posible las lasañas, pizzas, hamburguesas, comida china, kebabs, etc., los rebozados, fritos, salsas y demás condimentos, y opta por comidas sencillas; carne o pescado a la plancha, pasta, ensaladas, verduras cocidas...
En estos establecimientos no tenemos mucho margen de maniobra y el plato se sirve como se decide en la cocina, pero generalmente atienden a nuestras peticiones si no les causa trastorno. Esta será nuestra mayor baza a la hora de comer lo más saludablemente posible fuera de nuestro hogar. De primer plato se suele servir alguna verdura, sopa, pasta, arroces o ensalada. Por el momento se cumplen nuestras expectativas pero ¡cuidado!: como éstos suelen ser platos poco apetecibles se acompañan de salsas que serán nuestra perdición.
La ensalada es una excelente elección de primer plato si la aliñamos con aceite de oliva, sal y vinagre o limón, y pide que no te añadan esa sabrosa mayonesa, salsa roquefort, yogur... que dispararán nuestra ingesta calórica. Sigue el mismo consejo si te decides por una verdura (menestra, judías verdes, lombarda, espinacas...), que suelen venir rehogadas, acompañado de bechamel, tomate frito... Un poco de aceite y ajo les darán mucho sabor sin aportar calorías de más.

ENERGÍA LIBRE
Lo mismo ocurre con las pastas (espaguetis, macarrones, fideuas y otras peculiares formas) que se acompañan de salsa boloñesa (tomate frito y carne), carbonara (nata y beicon), cuatro quesos... además de algún queso que se espolvorea por encima. La mejor opción son los que se acompañan de tomate (natural a ser posible) y albahaca, cilantro, orégano....
Los arroces deberían ser, junto a la pasta y el pan, una de nuestras predilecciones por aquello de su rico aporte en hidratos de carbono (el combustible que mueve a los deportistas), pero vigila de cerca de qué se acompañan.
Las sopas son un importante aporte de agua y sus aromas abren el apetito, además del agradable calor que tanto se agradece en los días más fríos. Las cremas de verduras pueden ser un arma de doble filo, ya que la elaboración de muchas de éstas se realiza con nata o queso, por lo que debemos ser cautos.

SABROSÓN
El segundo plato es el plato fuerte, donde predominan los alimentos proteicos. Suelen ser carnes, pescados o huevos (fritos, estofados, rebozados o a la plancha) con alguna guarnición, así como legumbres (potes, fabadas, lentejas) que también podemos encontrar como primer plato. Quizá sean los platos a vigilar más de cerca tanto por su contenido calórico como por su digestibilidad, un factor importante para continuar con nuestra actividad sin caer en el sopor de una comida "pesada". Decántate por cocciones simples; a la plancha, hervidos o al horno.
La variedad de postres nos suele hacer la boca agua y renunciar a una porción de tarta, helado, flan, natillas, mousse, etc., es difícil (sobre todo los más golosos). Para no caer en la tentación tómate un yogur, algo de fruta o un café (que además te despejará para el resto de la tarde). Si no puedes evitar la llamada del dulce, y tienen postres caseros, mejor que te decantes por uno de ellos en vez de uno industrial. El arroz con leche es un buen equilibrio entre lo dulce y lo energéticamente favorable.

CON LA CASA A CUESTAS
Sobre este menú base que te hemos expuesto, ahora vamos a darte un par de alternativas, bien para los que coman poco o para los que quieran cuidar más su figura.
La primera de las opciones es comer medio menú, que no significa dejar la mitad de la comida en cada plato, sino pedir sólo un primer plato (no suelen permitirnos la opción de que sea un segundo) y el postre. Esto además nos saldrá un poco más económico, dinero que destinarás en ese accesorio que quieres para la bici. Con la otra posibilidad no ahorrarás dinero ni apetito ya que consiste en pedir dos primeros platos; ensalada y pasta por ejemplo, que se ciñen al perfil del típico menú de deportista.
Pero abandonemos la "obligación" de acudir a un restaurante y pensemos en la posibilidad de comer comida de nuestras casas en el lugar de trabajo o centro de estudios. El principal obstáculo es la pereza de tener que cocinar de antemano en casa, acarrear la comida contigo, tener que calentarla (si es necesario) y buscar un lugar agradable donde sentarnos a comerla. La gran ventaja es que podremos comer lo que más nos apetezca y prepararlo a nuestro gusto. Siempre serán guisos sencillos, a nadie se le ocurre llevarse un cocido completo, con su caldo, garbanzos y guarnición (chorizo, verduras, pollo, tocino...), así que además nos aprovecharemos de ello para restringir nuestra ingesta.
La última posibilidad pasa por aprovechar la hora de comer para hacer algo de deporte (sobre todo en invierno donde el tiempo apremia por falta de luz solar). Si puedes montar en bici puedes ir comiendo sobre ella. La fruta, frutos secos, barritas, geles, sándwiches o algún batido alimenticio (como complementos a la comida o incluso sustitutivos) son buenos compañeros. Deben ser alimentos fáciles de digerir y de ingerir. Al regresar podremos tomar algo más complicado de comer, que no habremos podido tomar sobre la bici (yogur con müesli, un bocadillo, allá cada cuál).
Para cualquiera de los dos casos anteriores otra buena idea es tener algo de comida guardada donde trabajes (o en la taquilla si eres estudiante), pero debe ser comida con una fecha de caducidad prolongada (frutos secos, yogures que no necesitan refrigeración, panes de miel, panes "alemanes", cereales...) o ir consumiendo y reponiendo aquellos que sean perecederos.

A TU GUSTO
Todo esto no son más que consejos y truquillos para los que quieran mirar por su dieta. Sobre todo queremos dejar claro que son unas pautas a seguir y que cuando comemos fuera de casa debemos contar con el factor social (ya que solemos hacerlo acompañado), placentero (ya que es uno de los placeres de la vida) y asumir que no podemos tener bajo control todo el proceso de cocinado de lo que vayamos a comer. Así que relájate, disfruta y come lo que te apetezca pero sabiendo lo que te haces, que como siempre se ha dicho; a nadie le amarga un dulce.

 

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