Crónica: Así es una carrera de MTB en Laponia

Julián Amorrich, un español aficionado a las carreras por etapas, nos relata cómo se vive la Rovaniemi150, la competición sobre nieve en las tierras de Papá Noel.

Mountainbike.es

Crónica: Así es una carrera de MTB en Laponia
Crónica: Así es una carrera de MTB en Laponia

Cuando el escenario de tu carrera en Mountain Bike es el Círculo Polar Ártico, sabes que cada kilómetro no va a ser sencillo, y esta prueba consta de nada menos que de 150. Hablamos de la Rovaniemi150, una carrera en la ciudad de este mismo nombre, situada en Laponia, parte septentrional de Finlandia y mundialmente conocida por ser el lugar de residencia de Papá Noel. Allí estuvo Julián Amorrich, un español y residente en esta ciudad, que participó el pasado mes de febrero en dicha prueba/aventura de supervivencia logrando nada menos que terminar segundo de entre los participantes en fatbike.  Su hazaña “tan solo” duró 14 horas y 36 minutos.

Ficha de carrera:

  • Día de la prueba: 23-24.2.2019
  • Distancia: 150km (el evento cuenta además con una versión corta de 66km y otra larga de 300).
  • Desnivel positivo acumulado: 1.300m
  • Tiempo máximo para completar la prueba: 42h
  • Participantes totales en el evento 2019: 130
  • Modalidades: fatbike, carrera a pie o esquís.
  • Track: https://www.strava.com/activities/2170891441
  • Características: Carrera en semi-autosuficiencia donde la organización dispone únicamente de agua en los check points de paso. El único refugio lo encontramos en el km 80 de carrera, siendo una pequeña cabaña de madera. Hay que cargar un equipo obligatorio consistente en saco de dormir homologado para -40°C, colchoneta aislante, manta de emergencia, silbato y luces.

Rovaniemi150 – Los comienzos

La Rovaniemi150 es una carrera única en su estilo en Europa. La idea la importó hace 8 años Àlex Simón después de participar en la Iditarod Trail Invitational. Álex, como yo, vive desde hace ya años en Rovaniemi, la puerta de entrada a Laponia finlandesa, justo en el Círculo Polar Ártico, y cuando se vio inmerso e los bosques de Alaska descubrió que en el norte de Finlandia, quitando las montañas americanas, las ofrecía las mismas condiciones para el desarrollo de una prueba de estas características. Así que, una vez de vuelta a casa, se puso manos a la obra para dar forma a la Rovaniemi150.

Un año después, en 2012, daría el pistoletazo de salida la primera edición con apenas 16 inscritos llegados desde Inglaterra, Italia, Bélgica y España. Fue el primer año y el de las condiciones más duras, tan solo 3 consiguieron terminar la carrera y completar el primer pódium y el más lento de la historia de este evento: 31h45min

Es una carrera donde el clima condiciona mucho el desarrollo de la carrera, y hay que estar preparado para cualquier cosa: frío extremo, nieve blanda y overflow (balsas de agua que aparecen en ríos y lagos congelados entre el hielo y la nieve)

Si el ganador de la edición más lenta necesitó más de 30h para completar los 150km, el de la edición más rápida lo hizo en 10h24min en el año 2017.

A la versión original de 150km, se sumaron en 2015 dos nuevas distancias: 66km y 300km.

Temperaturas inesperadamente altas para el día de la carrera

Dos días antes de la carrera las temperaturas bajaron a -25°C y afortunadamente no nevó, con lo que esperaba encontrar el suelo más o menos ciclable, al menos durante las primeras horas del sábado de la salida de la carrera. Lo que no tenía nada claro es cuánto duraría el suelo en buenas condiciones, pues a partir de las 9 de la mañana se esperaban temperaturas de 3°C o más durante todo el fin de semana.

Con esto en mente allí estaba, en la segunda línea del cajón de salida con la idea de salir a darlo todo desde el primer momento para engancharme al grupo de cabeza y completar el mayor número de kilómetros posibles en las primeras horas antes de que las condiciones de la nieve cambiaran.

Three, two, one, GO!

Empezamos a pedalear y a coger velocidad. En el primer kilómetro vamos un grupo de 6 o 7 fatbikes pero poco a poco el grupo se va reduciendo. El noruego Tor Espen y compatriota Rolf Even, a la postre ganadores de la Rovaniemi150 y el otro de la Rovaniemi66 (de 66km) empiezan a tirar fuerte. Me engancho a ellos y junto al resto hacemos un tren que recorre a piñón los primeros kilómetros sobre el río congelado de Ounasjoki… parece mentira que vayamos cargados con más de 20kg y pedaleando sobre la nieve.

Encontramos algunas zonas de nieve blanda donde el de delante se frena en seco y hay algún golpe entre bicis que queda en nada. Poco a poco empiezan a descolgarse desde detrás y yo mismo, en el kilómetro 6, decido dejar irse a los noruegos.

A partir de ahí pongo mi ritmo y pedaleo tres kilómetros con Jussi Karjalainen, que un par de días después sería el ganador de la distancia de 300km.

Durante la carrera pasamos por 8 check points donde tenemos que firmar la entrada y la salida, y donde sólo encontraremos un fuego, un pequeño toldo que hace de refugio y agua de nieve que los voluntarios han derretido para los participantes.

Llego al primer check point, firmo entrada y salida y continúo sin entretenerme. Empiezo a abrir hueco sobre los siguientes ciclistas y eso me anima, aunque conozco muy bien el circuito y también sé lo que es retirarse de esta carrera (en el 2014 abandoné en el km 115 cuando competía a pie), así que me voy vigilando para no pasarme de vueltas.

Tras los primeros 13km dejamos el río congelado y pedaleamos un kilómetro hasta la primera subida del día. Tras la subida viene el primer tramo de bosque y la nieve está en unas condiciones increíbles. Cada vez veo a mis perseguidores más lejos y llego al segundo check point, en el km 22. Firmo y vuelo hacia una sección conocida como “pain in the ass”, donde durante 700m toca empujar la bici por un sendero revirado y con nieve blanda a través de un bosque cerrado que finalmente desemboca en Sinettäjärvi, el primero de los dos grandes lagos que cruzaremos.

En 15 años en Laponia no recuerdo haber montado en bici en febrero sin pasamontañas ni gorro, por no decir con las manos desnudas.

Este lago es una gran recta de 10km en los que aparecen los primeros overflows, balsas de agua entre el hielo y la nieve, y en la que toca bajarse de la bici para empujar por primera vez con cuidado de no mojarse los pies. Esperaba encontrar el lago en mejores condiciones, pero es lo que hay, y cuanto más tarde en pasarlo más blanda se pondrá la nieve.

A la salida del lago no parece que tenga nadie cerca y paro a quitarme pasamontañas y el guante interior. Con el esfuerzo y la temperatura voy asado. En 15 años en Laponia no recuerdo haber montado en bici en febrero sin pasamontañas ni gorro, por no decir con las manos desnudas.

Llego al siguiente check point, en el km 44 y paro el tiempo que me lleva rellenar el Camelbak. Mi plan era no parar hasta el km 80, pero con el calor que hace voy sudando y demasiado y necesito hidratarme.

Incluso en las cuestas abajo tienes que pedalear o te quedas parado.

Llevo un buen rato pedaleando por el bosque y la nieve empieza ya a hacerse pesada para pedalear. Voy jugando con la presión de las ruedas y las desinflo para lograr mayor flotabilidad. La sensación de pedaleo, como describiría otro participante tras la carrera, era la de ir pedaleando sobre un velcro, e incluso en las cuestas abajo tienes que pedalear o te quedas parado.

En algunas cuestas arriba, según esté la nieve, prefiero bajarme y empujar la bici para reservar fuerzas.

En el check point 4, firmo la entrada y la salida y compruebo que Tor me saca ya 40 minutos. La verdad que llevaba ya tiempo sin preocuparme de él y voy más centrado en mi carrera.

Al poco de salir de este check point llega otro de los puntos míticos de la carrera: un puente que cruza un pequeño río que debido a la corriente no suele nunca congelarse y en el que hace años un participante se cayó estando a -15°C y tuvo que ser evacuado.

Tras cruzarlo toca volver a empujar la bici por un sendero angosto en una zona de bosque cerrado.

Antes del check point 5 las piernas agradecen un tramo de unos 4-5km que discurren por una carretera secundaria donde rodar con un pedaleo redondo y a buen ritmo. Vuelta al bosque, firma de entrada y salida del check point 5 y a por el siguiente.

Llego de día al check point 6, y eso es una buena referencia. Voy a buen ritmo, unos 10km/h de media que, dadas las circunstancias, es una buena velocidad. Este check point es el único en el que dispone de una cabaña con 4 paredes y techo, un refugio en el que decido hacer la única parada que hice durante la carrera y donde disfruté un mini-sandwich de jamón y queso al fuego. Un pequeño premio de 10 minutos dónde rompí con la dieta estricta de geles y barritas que llevaba hasta ese momento y que me acompañará hasta el final de la carrera.

Antes de salir me cambio la chaqueta softshell que llevaba y me pongo una chaqueta ligera de primaloft. No es que haga mucho frío pero voy empapado en sudor y con la chaqueta de primaloft sé que al menos, si tengo que parar o bajar el ritmo para empujar, el sudor no se quedará frío. Relleno agua y tiro hasta el siguiente.

El tramo entre el check point 6 y 7 es un infierno para los participantes a pie, pues son 36km que se pueden hacer francamente largos. Sin embargo, en bici son un regalo pues cuenta con 17km de carretera en los que pedalear a buen ritmo y descansar las piernas.

Camino del siguiente check point voy pensando en hacer una parada rápida y comer el único sobre de comida liofilizada que llevaba, pero cuando llego allí tras más de 11h de carrera y completamente de noche, pensando que voy segundo y con buenas sensaciones, decido rellenar por última vez el Camelbak y seguir hasta el check point 8 y luego directo a meta.

Entre el check point 7 y 8 hay que cruzar el segundo gran lago de la prueba, el Norvajärvi.

Voy algo preocupado porque normalmente este lago suele estar en peores condiciones que el de Sinettäjärvi, pero cuando entro en él las dudas se disipan tras las primeras pedaladas. Estaba en unas condiciones muy buenas, aunque estas condiciones no se mantendrían así durante el desarrollo de toda la carrera y los últimos participantes se encontrarían zonas blandas y de overflow.

Tras el lago vuelta al bosque en una recta de unos diez km que me llevará de vuelta al río Ounasjoki para recorrer los últimos kilómetros hasta la meta pasando antes a firmar en el octavo y último check point.

En los últimos kilómetros por el río aparecen al fondo las luces de Rovaniemi y una gran sonrisa se dibuja en mi cara.

A las 12h36 de la noche entro en la habitación de control y meta del evento, tras 14h36min en carrera. Cansado y muy, muy contento del segundo puesto en una carrera que significa tanto para mi y en la que o bien he participado o trabajado de voluntario desde la primera edición.

Sobre Julián Amorrich:
Disfrutando de la bici entre Rovaniemi, donde vivo hace 15 años, y España. En el 2017 descubrí las carreras por etapas después de que un buen amigo me liara para hacer el IronBike y, desde entonces buscando retos en con los que divertirme cada año.