Basta buscar en YouTube la etiqueta “mountain bike” para encontrar cientos de vídeos espectaculares. Pero también vídeos que no lo son tanto, que nos tienen varios minutos delante de nuestro monitor esperando a que pase algo que en realidad se esfuma en tan solo unos pocos segundos... Si alguna vez te has topado con algún vídeo así y te has aburrido, has ido saltándote escenas buscando un “a ver si pasa algo ya” o simplemente, ni has aguantado viéndolo y lo has cerrado antes del final, es porque a ese vídeo le fallaban muchas cosas.
El motivo de editar un vídeo va más allá que ponerle nuestra canción de Metallica favorita de banda sonora, los créditos con nuestro nombre o el logotipo de nuestro club. Editar un vídeo tiene el objetivo principal de hacerlo interesante para cualquiera que lo vea (especialmente para aquellos que no te conocen y no estuvieron en la grabación), para lo cual ha de seguir un ritmo adecuado y debes eliminar material no deseado, ese donde no ocurre nada interesante. Piensa que la mayoría de la gente que pueda verlos por internet tienen poco tiempo y un exceso de información (otros vídeos por ejemplo) a su alrededor, por lo que si no le ofreces algo atractivo, no lo verán.
Te ofrecemos un breve y práctico tutorial con consejos sobre los aspectos técnicos de la edición de vídeos (esos que “tiran para atrás” cuando tenemos que enfrentarnos a ellos) y sobre los aspectos estéticos que lo harán más llamativo:
Damos por hecho que ya has grabado montones de vídeos ya sea con tu cámara subjetiva, con una cámara réflex o de vídeo más profesional, con tu pequeña cámara digital de fotos o incluso tu teléfono móvil. Vamos a ver qué hacemos con el material que tenemos. Piensa que es mejor tener un único vídeo con los mejores momentos de nuestra ruta, aunque sea más corto, que tener 15 ó 20 vídeos de varios minutos de duración cada uno y en los que pasamos a cámara rápida toda la secuencia hasta dar con el momento más interesante.
Lo primero que tenemos que hacer es elegir un programa de edición, que variará en función de nuestras posibilidades económicas, técnicas o del nivel de “profesionalidad” que busquemos. Dentro de los dos grandes dominadores de la informática, encontramos programas básicos como el Movie Maker de Windows o el iMovie de Apple. Quienes no quieran invertir en programas que les permitirán evolucionar en el futuro y solo quieran un programa sencillo, tienen en estos programas uno de los mejores aliados. Otros programas más evolucionados que permiten una manipulación más profesional son, por citar los más usados: Adobe Premiere, Final Cut Pro, Avid (nada que ver con los frenos) o Sony Vegas, todos ellos emplean bastantes recursos informáticos, por lo que pueden funcionar mal en un ordenador poco potente.
EMPEZAMOS A IMPORTAR
Importar es introducir los vídeos en el programa para editarlos. ¿Qué hay que saber antes? Lo primero es que el tamaño máximo de vídeo con el que graba nuestra cámara será el tamaño máximo en el que lo exportaremos (grabaremos) después. Todas las cámaras actuales, desde las más básicas (entre las que incluso podríamos incluir los Smartphone) graban desde calidad Full HD (1920 x 1080) en adelante, llegando a calidad de 4K (hasta 4096x2160). Algunas bajan la resolución a calidades como el HD (1280 x 720) cuando activamos los modos de cámara lenta y súper lenta (llamados también Slow Motion en inglés), ya que los archivos empiezan a ser muy pesados y difíciles de manejar por los procesadores (por el alto contenido de fotogramas por segundo, hasta unos 1.000) y tienen que compensar bajando la calidad. Editar en un tamaño mayor al que hemos grabado (es decir, pasar por ejemplo de HD a Full HD) solo implica engordar el peso del vídeo, pero la resolución (el detalle de la imagen) seguirá siendo el mismo.
Lo mismo sucede con los fotogramas por segundo (fps); editaremos con la velocidad con la que hemos grabado los vídeos. En caso de tener velocidades distintas (por ejemplo, uno con 25 y otro con 60 fps) podremos exportar el vídeo con la máxima de ellas, asumiendo que el archivo final pesará más megabytes, o exportarlo con la mínima de las dos ahorrando espacio. A partir de 24 fps el movimiento grabado queda natural, aunque la mayoría de cámaras graban entre 25 y 60 fps. Como recomendación siempre grabaremos con los valores más altos posibles (50 o 60 fps si nuestra cámara lo permite) y editaremos a 25 fps, para ralentizarlos durante la edición y poder hacer una cámara lenta sin que la calidad se vea deteriorada.
Estos parámetros de tamaño de imagen y fps podemos elegirlos manualmente en el programa que utilicemos, aunque otros programas básicos lo seleccionan automáticamente si no indicamos lo contrario. Un pequeño consejo aunque parezca demasiado obvio es renombrar los vídeos con los que vamos a trabajar para evitar confundirnos y encontrar rápidamente la escena que buscamos. Una vez que hemos introducido todos los vídeos en el programa, toca recortarlos para quedarnos únicamente con los momentos más interesantes.
EL COMIENZO DEL VÍDEO
Todo vídeo suele llevar una cabecera en los primeros segundos, en los que aprovechamos para poner el título, logo corporativo o una breve introducción de lo que vamos a encontrar en el vídeo. Como no se trata de contar la introducción a la Guerra de las Galaxias, hemos de intentar que sea lo más breve posible; estamos hablando de unos segundos, lo justo para que se pueda leer lo que allí aparece, por lo que tampoco hay que recargarlo de información. De lo contrario el efecto será que el espectador adelantará el vídeo hasta que aparezca la acción.
Tenemos que evitar los pesados comienzos de 20 segundos leyendo patrocinadores, viendo logos de clubes o tiendas e incluso agradecimientos, y con un poco de creatividad podemos hacer que aparezcan todos en una misma secuencia, introduciendo animaciones en ellos, con una duración total de no más de 5-6 segundos. O también podemos poner ese mismo título o logo mientras el fondo negro se funde con la primera escena de nuestro vídeo, captando la atención del espectador mientras informamos. Parte siempre de la base de que el espectador está deseando ver cosas interesantes pasar delante de él y no tiene tiempo (la percepción temporal delante de un ordenador es distinta, somos menos pacientes) para estar esperando.
SPIELBERG VS. ALMODOVAR
¿Quieres mostrar acción o quieres contar una historia? Según qué tomas hayamos grabado encajará mejor un ritmo más rápido o más lento, que vendrá marcado además de por la propia acción del vídeo, por la duración de las secuencias y por el clip de música que pongamos (si ponemos). Escenas muy cortas y una música rápida si queremos dar un ritmo alto, y al contrario si queremos un vídeo más relajado. La duración total del vídeo es algo personal, en función de nuestro material y cómo lo contemos; Desde 1’ si es algo breve, (una duración perfecta si lo vamos a compartir en redes sociales tipo Instagram), entre 1 y 3’ si es algo más completo pero no queremos excedernos y entre 5-10’ si lo que queremos es contar una historia o viaje con más variedad de contenido y planos. Pensemos que siempre hay que seguir la regla de a mayor duración más entretenida y elaborada tiene que ser la edición para evitar que el espectador se canse, a no ser que la historia que contamos sea intrínsecamente un bombazo capaz de mantener a la gente boquiabierta todo el tiempo.
¿Cuánto debe durar cada una de las escenas? El mundo profesional tiene sus reglas, pero para nuestro caso, que no vamos a ganarnos la vida con nuestro vídeo, nos dejaremos guiar por la lógica y el sentido común. Conviene no hacer escenas demasiado largas, a no ser que hayas grabado una bajada del Red Bull Rampage o un camino muy divertido y técnico lleno de curvas y escalones, para evitar en todo momento que el espectador piense “esto es siempre lo mismo”. A la hora de grabar, busca la variedad de planos, y no olvides tampoco incluir tomas distintas como paneos de panorámicas (la cámara recorre un paisaje de un lado a otro) o planos estáticos, como una hoja de árbol sobre la que resbala una gota de agua, que son un recurso perfecto para ambientar el vídeo y acercar aún más al espectador al entorno donde estamos montando.
CONTINUIDAD
Si la escena que queremos mostrar es demasiado larga (por ejemplo, 40 segundos) y no queremos quitarle ningún segundo, podemos dividirla en dos e intercalar otra escena que esté relacionada entre ambas. Para esto viene muy bien aprovechar y grabar tomas del amortiguador u horquilla funcionando, puntos de vista distintos (la cámara mirando hacia nosotros) o que alguno de nuestros compañeros nos grabe una toma desde fuera. Con ello buscaremos la continuidad del vídeo, haciendo que las imágenes tengan lógica entre ellas y narren una pequeña situación.
Un vídeo subjetivo (por ejemplo grabado desde el casco) no debería tener tomas demasiado cortas (2-4 segundos), ya que al enlazar varias, daría la sensación de “mareo”. Las tomas desde fuera, en las que se nos ve por ejemplo tomando una curva, derrapando o saltando, sí pueden ser muy breves ya que sirven para “refrescar”.
Ojo con las transiciones, muy recurrentes cuando a nuestro vídeo “le falta algo”. No conviene abusar de ellas, solo cuando queramos marcar el comienzo y/o final de algo interesante. Algunas transiciones del tipo cortinilla (con forma de estrella…), barridos, bandas que se deslizan o imágenes que se despliegan como un folio, normalmente llevan asociadas una estética “cutre”, que recuerda a la época de “Vídeos de primera”. Los fundidos sin embargo suelen ser los más discretos. Si el resultado final es algo monótono, puedes jugar con filtros de color para la imagen (todos los programas traen de serie filtros, algunos de ellos ampliables), para diferenciar unas tomas de otras y resaltar colores o iluminaciones.
EL EXPORTADO
Editar un video es sinónimo de armarse de paciencia, y nuestras horas de trabajo pueden verse arruinadas por una exportación con baja calidad o inadecuada. Exportar es cuando comprimimos el vídeo y le damos su formato final. En este sentido, es importante estar familiarizado con los formatos que nos ofrece el programa con el que trabajamos.
El formato es, metafóricamente, el recipiente que contiene dentro la información de nuestro vídeo (imagen y sonido). Los más habituales son .AVI, .MOV, .WMV y más recientemente el .FLV. Todos ellos alojan los datos comprimidos para que los archivos ocupen el mínimo espacio posible manteniendo la calidad de imagen lo más próxima a cómo la tomó la cámara, sin pérdidas de calidad. En este sentido todos son muy similares, .AVI suele pesar más, mientras .FLV es uno de los más evolucionados, aunque éste último suele mostrar incompatibilidades con algunas webs de almacenamiento de vídeos o con algunos reproductores, ya que requiere la instalación de códecs para poder visualizarlo.
El códec es otro parámetro que podremos encontrar en la exportación. Es el codificador que comprime la información y la introduce en el recipiente (formato). De él depende la eficacia del formato. Un códec inadecuado hace que la imagen pueda pixelarse en las transiciones, empeorar la resolución del vídeo o aberrar las imágenes. Los más usados suelen ser el H.264 y el WMV9, aunque no siempre son configurables y en muchas ocasiones están asociados a un formato concreto. Muchos de ellos vienen de serie con los programas de edición o con los reproductores de vídeo, aunque si utilizamos versiones antiguas de los programas, es posible que tengamos que actualizar los códecs aparte.
LOS DERECHOS DE AUTOR
¿Estamos infringiendo los derechos de autor de las canciones que usamos en nuestros vídeos al publicarlas en internet? A todos nos gusta tener una de nuestras canciones favoritas en nuestro vídeo, pero en muchos casos estaremos violando los derechos de copyright de los autores. ¿Nos puede pasar algo si utilizamos esa canción sin permiso? Normalmente las webs como YouTube tienen filtros para eliminar el vídeo o el fondo musical en caso de que esté protegido por la discográfica que posee los derechos, además, YouTube en concreto tiene su propia biblioteca de audio libre de derechos, para evitar problemas legales. No obstante, en ocasiones vemos que llegan a subirse vídeos con un tema de Queen (por poner un ejemplo) sin el permiso desde el más allá de Freddie Mercury o de la casa discográfica, sin que pase nada. Esto es posible siempre y cuando el vídeo no se use con fines comerciales y no llegue a convertirse en un vídeo muy visitado. En caso contrario y si llega a ser notificado al legítimo dueño de los derechos, podrían tomar acciones legales contra ti. Para evitar un posible problema si no contamos con los derechos de los dueños (que es lo frecuente), es recomendable emplear música con licencia libre (existen webs donde descargarla, como Jamendo o Free Musics Project entre muchos otros).