Raúl Alzola, natural de Vitoria-Gasteiz, afirma padecer los síntomas de lo que en psicología se conoce como Síndrome del explorador, el cual consiste en una necesidad profunda de cambiar algún aspecto importante de su vida cada cuatro o cinco años.
“El síndrome del explorador me llevó a tomar la decisión más loca de mi vida: recorrer el mundo en bicicleta”. Eso le llevó a Raül a dejarlo todo, y un 7 de abril de 2019 partía de España con la intención de recorrer el mundo en bicicleta. Atrás dejó la empresa de bici-mensajería que él mismo había fundado en 2015 en la ciudad de Olot, en Cataluña. Amigos, familia y su novia le dijeron adiós sin saber cuándo volverían a verle. El medio de transporte no pudo ser otro que una bicicleta, a la que meses después, en tierras croatas, bautizó como Minerva.

“La bicicleta siempre ha sido mi entrenadora personal y mi mejor terapeuta. Este viaje no tendría sentido sin ella.”
Habiendo recorrido el sur de Europa, los Balcanes y Turquía, entraba en Georgia un 8 de marzo de 2020. Una semana después el Mundo se aturaba por Pandemia Internacional de un virus extraño, y allí quedó atrapado. Por suerte, una familia armenia le acogió en el pueblo de Ajaltsije donde permaneció hasta que las restricciones se ablandaron.

Aunque parado, no perdió el tiempo y durante esos meses de confinamiento escribió y publicó su primer libro “Una vuelta y un después”, inspirado en su primer viaje en bicicleta por España que, según Raül, fue un antes y un después.

Mientras el Mundo convulsionaba, Raül recorría Georgia en verano con su querida Minerva. Este país del Cáucaso, hermanado con el País Vasco, se había convertido en su segundo hogar. “Hay que aceptar lo que no está en nuestras manos y adaptarse a la situación. Me encontraba en Georgia, las fronteras estaban cerradas, pero tenía mi bicicleta, mi casa en las alforjas, y un país nuevo por descubrir. ¿No es eso fantástico? Los hechos son los que son, malos o buenos, depende con qué ojos los mires.”

“¿Cuándo abrirán las fronteras?, ¿Podré continuar mi viaje?”, eran las dudas que copaban la mente de Raül en diciembre de 2021. Hasta que una noticia de su familia vitoriana cambió su plan de pasar el invierno en tierras caucásicas. A su padre le habían detectado un cáncer avanzado y no le quedaba mucho tiempo. “Así que, de nuevo, cambio de planes. Aceptar la situación y actuar”.
Un mes después su padre fallecía en Vitoria-Gasteiz con él de la mano. Así comenzaba el 2022. La tristeza duró un tiempo, pero como dice él “todo en la vida es temporal, bueno o malo, nada dura para siempre”. Tocaba aceptar de nuevo los hechos, hacer un plan y continuar.
El mundo seguía recuperándose a paso lento. Cruzar fronteras por tierra era harto complicado, pero el nómada interior pedía movimiento. ¿Qué hacer? ¿Hacia dónde ir? La idea no tardó en aflorar: Islas Canarias. Agarró de nuevo la casa rodante y bajó pedaleando hasta Huelva, para tomar un ferri rumbo a las Islas Afortunadas.

Así culminó el 2022. Recorriendo durante un año las ocho islas, a paso de nómada, respirando cada rincón de mar, cada mini país, como él llama a cada isla. Sus gentes, de carácter alegre, cálido, cercano le abrieron las puertas de sus casas y eso ralentizaba más su paso, quedando atrapado en un paraíso del que costaba marchar.
Y de nuevo la situación cambió; el presupuesto con el que partió en 2019 daba para unos tres años de viaje y las arcas empezaban a menguar. En enero de 2023 voló a Vitoria-Gasteiz, su refugio temporal. Pero, ¿cómo conseguir dinero? ¿y mi vuelta al mundo? Las dudas aparecieron y como nos cuenta él mismo “la mente se cubrió de niebla”.
“Comencé a escribir un segundo libro, pero claro, con eso tampoco solucionaba mi situación económica. Además, en casa materna el aire pesaba demasiado, y veía cómo cada día los valores de mi energía caían en picado. Cambiar esa situación también dependía de mí.”

En verano viaja a Barcelona y allí surge la oportunidad de trabajar en un supermercado que recién abría un amigo. Tres meses después, las arcas volvían a un estado aceptable. Su propósito sigue firme: Continuar el viaje.
Ahora se encuentra de nuevo en su refugio vasco. Sigue escribiendo, sigue trabajando en su sueño, el mapa cuelga de la pared y como dice él “ya estoy viajando”.

“Es como empezar el viaje de cero. Planificar la ruta, el equipaje, visados, vacunas… Nadie dijo que dar la vuelta al mundo en bicicleta fuera fácil. De hecho, si fuera fácil no me habría metido en este embolado. Lo fácil y rápido dura poco y no da tiempo a saborearlo”.

Pronto le veremos partir bajo el pseudónimo de bicirüling, como le conocen en las redes. En abril de 2024 vuelve a tierras caucásicas para continuar su viaje nómada hacia Japón, o como dice él, hacia donde el sol asoma la txapela. Cuenta con financiar parte de su periplo durante el viaje, colaborando con periódicos o revistas donde contar sus historias.
Para seguir sus aventuras de cerca y/o comprar su libro, esta es su página web: https://www.biciruling.com/