Corrían los últimos años de la década de los 90 (1998) cuando Ibis lanzó al mercado este insólito modelo, el BowTi, una bicicleta que en su fecha fue rompedora y hoy día, más de 26 años después, desde luego mantiene su estatus de rareza y tremendamente peculiar. Su cuadro de titanio contaba con un proceso de producción muy complejo y costoso (la bici más complicada que habían hecho nunca), de hecho, el precio de su cuadro en aquel momento era de 3.500 $. Y si a eso si le sumamos que fue un diseño prácticamente único, hace que esté considerada toda una joya de la historia del Mountain Bike por parte de los coleccionistas, especialmente en el continente americano, porque en Europa no llegó a ser tan popular.
Su diseño es un rompecabezas que en la actualidad nos puede resultar todo un horror, de hecho, las críticas habituales a su estética no eran muy favorables. No era un cuadro al uso, sino que partía de dos tubos que formaban una “T” y el tubo principal como tal no existía. En cambio, en la dirección nacían unos tirantes kilómetricos que se acababan convirtiendo en el basculante. Tenía una trasera unificada en la que el sistema de suspensión recurría a la flexión de esos tirantes tan largos en lugar de un puto de giro real. Bow significa "arco", lo que ya nos habla de su concepto.
Este tipo de sistemas implicaban que el pedalier subía y bajaba cuando la suspensión se comprimía y rebotaba, algo que hoy en día nos aterrorizaría desde el punto de vista de la eficacia de pedaleo y la biomecánica.
Pero antes de echarnos las manos a la cabeza, hay que juzgar esta bici en su contexto temporal, donde los fabricantes estaban sumergidos en un proceso de experimentación con los sistemas de suspensión y estos diseños aún eran consecuencia de ese ensayo-error del que tanto aprendimos.
De hecho son los protagonistas en algunas de las bicis más icónicas de esta época, como las Trek Y33, Schwinn Homegrown FS, Klein Mantra o Gary Fisher Joshua (estas dos últimas marcas fueron posteriormente absorbidas por Trek).
La Bow Ti era la evolución de otro modelo muy relevante para la historia de esta marca californiana, el Szazbo de 1995, otra bici de trasera unificada pero en este caso con un eje de giro muy adelantado en todo el centro del cuadro.
Si el concepto de trasera unificada hoy nos suena como algo poco eficiente y muy limitado, la idea que hay detrás de las Ibis choca de lleno con aún más fuerza sobre nuestros ideales actuales. Su sistema fue bautizado como Sweet Spot (punto óptimo) por su creador, John Castellano, y la idea detrás fue que el sistema trabajara con libertad cuando el ciclista iba sentado y dando pedales, pero que no tuviera ningún tipo de interacción con la suspensión y se comportara como una rígida al ponernos de pie para subir una cuesta o para esprintar. Tiene su lógica si lo pensamos, pero claro, nadie quiere vaivén en su suspensión mientras pedalea, y menos aún en una trasera unificada donde la distancia entre sillín y pedalier varía constantemente. Primero lo llevó a cabo con la Szazbo y poco después con la BowTi.
Castellano era un ingeniero que podríamos calificar como un tanto “friki” y que quería lograr un sistema de suspensión sin pivotes, ya que previamente trabajó en la industria aerospacial (Huges Aerospace) y tenía mucha experiencia con pivotes flexibles para la fabricación de trasbordadores espaciales. A Castellano, apodado como Mr. Pivotless, le han encantado siempre las Singlespeed y subir cuestas de pie para utilizar todos sus músculos según ha contado en varias entrevistas, lo cual quizás explica la lógica de sus inventos.
La flexión no solo es la clave de la BowTi para hacer que la suspensión trasera alcanzara un recorrido de 5”, 127 mm que ya era bastante generoso para la época y para un sistema que flexaba, sino que también se convertiría en uno de sus mayores enemigos, ya que como es deducible la rigidez lateral no era especialmente una de sus virtudes. Por ese motivo el amortiguador iba anclado al basculante mediante una articulación de dos direcciones de giro, para evitar que las cargas laterales del basculante lo acabaran destrozando al trabajar forzado.
Castellano patentó su Sweet Spot y continuó usándolo bajo su propia marca cuando Ibis paso a ser propiedad de un grupo de inversión en el año 2000, al igual que hizo con otros modelos de esta marca que fueron creaciones suyas.
Uno de ellos fue el SilkTi (rebautizado en su marca más tarde como Fango y fabricado en aluminio en lugar de titanio), una de las Softail “modernas” (la primera Softail tal y como cuenta el propio Castellano que se patentó en el año 1899) y más icónicas junto a la Moots YBB.
Destacó por el uso de unas vainas totalmente planas con las que logró evolucionar este concepto de triángulo trasero flexible que es tan frecuente entre las bicis más actuales y modernas, desde rígidas y dobles suspensiones de MTB a bicis Gravel y de carretera.