Las curvas, si tienen un ligero apoyo o peralte, son una buena oportunidad para mantener tu velocidad fluida o aumentarla incluso. La técnica es similar a la de los badenes: hay que comprimir el cuerpo contra el suelo para ganar agarre.
Por eso iremos en la posición normal antes de entrar en el giro, con el tronco a unos 45º sobre la horizontal, y desplazaremos el peso abajo lanzando la bici contra el terreno cuando la curva se acentúe, generalmente en la mitad de su recorrido, y siempre con la mirada puesta al final del sendero, ligeramente más allá de la salida de la curva.
Antes del final puedes empezar a recibir tu recompensa en forma de impulso, rebotando y extendiéndote con nuevas energías que te impulsan adelante.
Bajar el centro de gravedad en el momento justo es la clave para ganar agarre.