Engrasar la cadena “a oído” es un error. No hay que esperar a escucharla chirriar, hay que engrasarla siempre. Con siempre nos referimos a antes de cada salida, y si la ruta es muy larga controlar el engrase por si necesita unas gotas adicionales.
Una cadena bien lubricada debe presentar un aspecto húmedo y ligeramente brillante (salvo las lubicadas con cera), pero no empapada. Si el aceite está negro es que ha acumulado suciedad y habrá que limpiarla para evitar que comience a desgastar la transmisión. Esto conviene hacerlo al terminar la ruta, después de lavarla o antes de cada salida.