Está claro que si tu preferencia es la máxima calidad de suspensión en los descensos, la elección más acertada es el muelle. Tendrás más sensibilidad, suavidad y capacidad para trazar el terreno, no sólo por el propio elemento metálico, sino por la menor fricción de acción que supone la ausencia de los grandes retenes de los amortiguadores de aire.
Suponemos que también eres consciente del “pero” de estos amortiguadores, y es su escasa capacidad de ajuste de precarga, es decir, de modificación de la dureza o resistencia del resorte de acuerdo al peso del usuario. La tuerca o rosca que tiene el muelle hace la función de ajustador, para que el muelle quede ensamblado y sin holguras. Según la marca del amortiguador, estará permitido comprimir más o menos el muelle mediante esta tuerca, pero llegado a un punto necesitarás sustituir el muelle por otro de diferente dureza.
Cuando lo que necesitas es endurecer puedes precomprimir el muelle (sin pasarte del máximo permitido por el fabricante) pero si lo que necesitas es ablandar la trasera, no queda otra que cambiar el muelle por otro más blando.