La agente forestal alemana Marleen Schaefer y el policía sevillano en excedencia Serafín Orejuela, ambos con residencia en Sevilla, empezaron el pasado 12 de enero de 2017, a pedalear en bicicleta el camino de regreso a casa desde Bangkok (Tailandia).
Desde Sevilla el avión tardó tan solo doce horas en dejarles con sus bicicletas en el aeropuerto de Suvarnabhumi, en Tailandia y desde aquel día llevan más de doce meses pedaleando el recorrido a la inversa, sin utilizar otro transporte que sus bicicletas.
En su ruta de regreso a casa recorren y visitan parques nacionales de más de veinticinco países, reservas naturales y otros lugares de interés ecológico como el malogrado Mar de Aral en Uzbequistán, desecado por sobrexplotación acuífera.
Tratan de encontrar y entrevistase con quienes luchan en primera línea por la naturaleza: agentes forestales, escribiendo sobre sus trabajos, vidas y experiencias en su lucha contra la caza furtiva, la tala ilegal de árboles y el tráfico de especies, en su web www.pedalverde.net.
Durante su ruta tratan además de recaudar fondos para la Fundación Thin Green Line, consagrada a apoyar a agentes forestales en países del tercer mundo y proteger la vida silvestre contra la caza furtiva y otras amenazas, como la deforestación.
En palabras de Orejuela “el uso de la bicicleta como transporte habitual encarna una forma de estar en armonía con la Naturaleza y una promesa de felicidad y aventuras en los desplazamientos. La bicicleta es el medio de transporte para un futuro ecológico y sostenible, tanto en las ciudades como más allá de ellas, en los largos y medianos viajes en bicicleta.
Viajar pedaleando supone regresar a un romántico pasado, te acerca a la época de las exploraciones y de los grandes viajeros. Es el vehículo ideal para ser el tipo de viajero de antaño, entregado a la reflexión sociocultural, al constante contacto con los autóctonos, la búsqueda de la cooperación y la necesidad de ella, al deleite de la incertidumbre y el disfrute de la sencillez.
Es un medio de huir de la esclavitud de los sentidos, del deseo impulsivo de satisfacer necesidades y deseos aquí y ahora, que actualmente tanto nos aleja de disfrutar del presente. Es en definitiva la mejor manera de enamorarse de los paisajes, además de reflexionar sobre todo aquello que llena los sentidos, mezclarse con los sonidos, el viento, los olores, el frío o incluso la lluvia”.
Para Schaefer, “Viajar en bici te da la oportunidad de ver de cerca y de primera mano lo que pasa en el mundo, sin manipulaciones. Hemos asistido a desastres humanitarios como el campo de refugiados de la etnia karen en Mae La (Tailandia), a los problemas de minorías étnicas en Mianmar, numerosos desordenes ecológicos en China, la degradación de los ríos de Vietnam, la amenaza del cambio climático en los glaciares de las montañas de Kirguistán, el desastre ecológico del Mar de Aral en Uzbekistán o el viraje autoritario de Turquía y sus desastrosas implicaciones medioambientales”.
Pero su mensaje no es negativo, observan esperanzados como cada día son más las mentes que despiertan a la conciencia ecológica en todo el mundo. En su viaje se reúnen regularmente con conservacionistas y ecologistas miembros de las numerosas ONGs, que trabajan con ímpetu y mucha motivación por el medioambiente, aunque a veces deban oponerse a grandes dificultades, especialmente en aquellos países, todavía muchos, cuya forma de estado son férreas dictaduras.
Las bicicletas están equipadas con cuatro alforjas, un macuto de 25 litros de capacidad y una bolsa de manillar. En su interior transportan más de cuarenta kilos de material entre ropa, sacos de dormir, tienda de campaña, herramientas, repuestos, filtro de agua, hornillo de gasolina, prismáticos, cámara fotográfica...
No hay cansancio en sus piernas a pesar de los más de 17.000 kilómetros recorridos a lo largo de una ruta que los llevó por Tailandia, Myanmar, Laos, Vietnam, China, Kirguistán, Uzbekistán, Kazajistán, Azerbaiyán, Georgia y Turquía, donde se encuentran actualmente.
Serafín y Marleen se toman su viaje con tranquilidad, disfrutando de los paisajes y las personas que van conociendo en el camino. Un camino que no es fácil, pero con el que siguen disfrutando como el primer día. Piensan en llegar a Sevilla a finales de 2018, después de 22 meses pedaleando.
Más información en su web www.pedalverde.net.