Primero, colocarlas ¿pero dónde?
Esta es la primera pregunta que muchos se hacen a la hora de comprar unas calas y tener que montarlas en sus zapatillas. Si no tienes mucha experiencia colocándolas y recurres a la “sabiduría popular” lo más común o lo que seguramente has escuchado es que las coloques bien centradas dentro del margen que, habitualmente, permite la suela de cada zapatilla, aunque sin una referencia métrica y objetiva, eso de “centradas” puede ser muy relativo.
Lo más recomendable y lo que biomecánicamente es más correcto es colocarlas a la altura del primer metatarso en la cara interna del pie, más coloquialmente, a la altura de lo que se conoce como el hueso del juanete. Ese punto es el que genera una mejor transmisión de fuerzas al ser el punto óseo donde ocurre una mayor descarga de fuerzas.
Cuando has colocado las calas a la altura del primer metatarso tendrás sólo el punto de partida sobre el que hacer luego pequeñas modificaciones atendiendo ya a tus necesidades. Aquí es cuando se complica y o bien tienes conocimientos y experiencia previa, o bien deberás recurrir a un especialista en biomecánica para que te ayude a encontrar el ajuste perfecto en tu caso.
Vienen los matices
Ya tenemos colocadas las calas en un punto de referencia para transmitir fuerza de manera eficiente, pero ... ¿tenemos que colocar necesariamente las dos calas en el mismo lugar en ambas zapatillas? La respuesta es no. El cuerpo humano tiende a ser asimétrico. No es nada habitual que tengamos la misma longitud de piernas, ni tampoco la misma musculatura. Tampoco lo es que nuestra cadera esté totalmente alineada o la columna vertebral, por ejemplo, describa una línea totalmente recta.
Eso hace que debamos asumir que, probablemente, nuestras calas tengan que colocarse también de manera asimétrica para que se adapten a nuestra morfología y lo que es más importante, a la manera en la que pisamos sobre los pedales. Deberemos atender o comprobar si, por ejemplo, tenemos o no la cadera rotada hacia un lado o hacia el otro, si por la alineación de nuestras piernas, caminamos y también pedaleamos con la punta de los pies mirando hacia el exterior o el interior, lo que técnicamente se denomina una rotación del talón exterior o interior. Estos y otros aspectos, por ejemplo, van a condicionar, mucho más allá de si colocamos simplemente la cala en la teórica ideal posición de la base del primer metatarso.
El objetivo en todo caso es que la colocación de las calas ayude a adaptar la bicicleta a tu anatomía a y tus circunstancias y no al revés. Unas calas bien colocadas, por lo tanto, deben evitar situaciones que puedan agravar lesiones, molestias o te hagan perder eficiencia o pérdida de fuerza sobre los pedales.
Para hilar fino, un profesional
Con todo lo que hemos comentado, es evidente que para usuarios que no tengan demasiadas particularidades o asimetrías, recurrir a una posición de calas, centradas y coincidentes con el primer metatarso, puede ser suficiente. Para el resto y debido a la multitud de aspectos a controlar, lo más adecuado es recurrir a un profesional en biomecánica para que, controlando todos los parámetros posibles, te aplique unos ajustes totalmente individualizados.
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