Las causas darían para escribir un libro, pero vamos a empezar por lo básico. Primero, la postura. Debes centrar bien tu peso entre ambas ruedas, si echas el “culo atrás” perderás la dirección de la bici.
Seguidamente podemos hacer unas revisiones al material, pero antes hay que asumir que si el cuadro y/o las ruedas de la bicicleta son excesivamente rígidos, la bici es más inestable. Se tiende a pensar que cuanta más rigidez mejor, y eso es falso, se requiere una flexión controlada para que la bicicleta pueda amoldarse al terreno. Sabiendo esto, puedes revisar la presión de los neumáticos, rebajándola ligeramente o, mejor aún, montar unos neumáticos de carcasa reforzada (tipo enduro o DH) que te permitan bajar la presión aún más (hasta 1bar) sin padecer deformaciones o poner en peligro la integridad del propio neumático.
También tienes que revisar las presiones de las suspensiones y sus ajustes, que no estén demasiado duras para tu peso y con el rebote y compresión en los puntos adecuados.
