Aunque hace ya muchos años que el pulso o frecuencia cardíaca nos acompaña como medida habitual de la intensidad del esfuerzo, no todos saben que esta métrica nos puede ayudar también a interpretar si estamos mejorando nuestro nivel de forma.
FRECUENCIA CARDÍACA EN REPOSO
Este es el primer punto en el que podemos llegar a conclusiones sobre si estamos mejorando o no en nuestro nivel de forma. La frecuencia cardíaca en reposo hace referencia al número de latidos que registramos en un minuto estando en absoluto reposo, sin movernos y preferiblemente, tumbados.
Los deportistas de resistencia suelen tener este pulso en reposo notablemente más bajo que personas sedentarias, lo que se conoce como bradiacardia del deportista. En todo caso, dentro de valores más bajos como deportistas, cada uno tiene los suyos propios, pudiendo interpretar como signo positivo o de mejora de la forma física, cuando nuestro pulso en reposo desciende. No basta con que un día sea más bajo que el anterior, pero si experimentamos que la tendencia, después de 4 ó 5 días, nuestro pulso en reposo disminuye podemos atribuir que se están produciendo mejoras en la eficiencia de nuestro sistema cardiovascular, pues ahora el corazón es capaz de suministrar sangre y oxígeno a nuestros tejidos con menos latidos que anteriormente.
FRECUENCIA CARDÍACA DURANTE EL EJERCICIO
Del mismo modo que cuando entrenamos y mejoramos la resistencia aeróbica desciende la frecuencia cardíaca en reposo, también lo hace la que registramos durante el ejercicio. Esto se debe a adaptaciones que se consiguen con el entrenamiento, tales como un crecimiento de la cavidad del ventrículo izquierdo (la cámara de bombeo de sangre en el corazón) una mayor densidad capilar o incluso el predominio de la actividad del sistema nervioso parasimpático.
Si tus sensaciones yendo en bici son buenas y ves como para ir a la misma velocidad o ritmo, tu pulso es más bajo no te preocupes, al contrario, esa circunstancia es un indicativo de que estás mejorando desde el punto de vista cardiovascular.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca
Otro punto importante en relación a la frecuencia cardíaca si queremos saber si estamos mejorando fruto del entrenamiento es la medición de la variabilidad de la frecuencia cardíaca o HRV (Heart Rate Variability). Esta variabilidad hace referencia a la regularidad con la que se producen los latidos entre sí. Cuando el pulso es más irregular se debe a que hay un predominio de la actividad parasimpática de nuestro sistema nervioso. El sistema parasimpático es el responsable de generar procesos anabólicos, de conservación de energía, de regeneración de tejidos y de crecimiento celular, por tanto, cuando el pulso es irrelugar, por ende, cuando aumenta la variabilidad de la frecuencia cardíaca, hay que interpretar que estamos en pleno proceso de mejora de la forma física. Por el contrario, cuando desciende la variabilidad de la frecuencia cardíaca se debe a una predominio de la actividad del sistema nervioso simpático, cuya función es la de desencadenar procesos catabólicos, de liberación de energía y por tanto, de crear una situación en el organismo que reduce nuestro rendimiento.