Ayer hacía oficial el Comité Olímpico Internacional una noticia que más o menos ya sabíamos todos, que los Juegos de Tokio difícilmenteno se iban a celebrar en la fecha prevista, y sin embargo no anunciaba todavía lo que todos queríamos saber: las nuevas fechas. La evolución de la pandemia Covid-19 hacía cada vez más evidente que no iban a poder celebrarse en julio, y ya no tanto porque (ojalá) en esas fechas la pandemia esté controlada: es que simplemente la situación actual no está dejando opción para uan preparación en condiciones a los atletasa que van a disputar los Juegos, una preparación que, además, tiene diversas dificultades según allá donde estemos, lo que ya de por sí va contra el espíritu olímpico de la igualdad de oportunidades.
Así, la presión de distintos comités olímpicos internacionales, y de los propios deportistas a nivel individual ha desencadenado el anuncio de ayer. Entre las fechas que se barajan hay distintas opciones, retrasarlos a 2021, a 2022 o incluso retrasarlos sólo un mes o 45 días, hasta septiembre de este mismo año. Esta última opción, que realmente no soluciona demasiado el problema de preparación de los deportistas antes mencionado, es barajada especialmente por el perjuicio logístico que supondría un retraso mayor (infraestructuras como la Villa Olímpica ya tienen compradores para después de los Juegos).
Hablando más en concreto del MTB, además, la decisión de la UCI de adelantar la adjudicación de plazas para los JJOO anunciada hace unos días queda ahora en un limbo, una decisión que, además, fue criticada por distintas Federaciones de países que se consideraron perjudicados. Ahora, si los Juegos tienen lugar en años sucesivos, esta adjudicación no tendría tal vez tanto sentido al no reflejar la búsqueda del máximo nivel de participación.
Parece que aún queda lío para rato…