Rutas

León, donde las BTT tienen un reino

Una carrera en tres etapas que no es solo para los más fuertes, una oportunidad de conocer ese León más íntimo, para todo tipo de ciclistas

Óscar Falagán / Fotografía: fotoscarreras.com Jezrael Pérez y Óscar Falagán

10 minutos

Plaza Mayor de Astorga en la salida neutralizada de la Vuelta a León

De entre los varios rebaños de la contorna, una oveja amamantando a un corderillo me ve pasar, desconfiada y protectora; de entre el repertorio de aves, una cigüeña de clásico plumaje blanquinegro planea en paralelo a por donde ruedo, unas perdices alzan vuelo rasante y otra especie aviar corre que se las pela por uno de los senderos, recordándome que estoy en la Zepa Valdería-Jamuz; un zorro de llamativo tamaño se separa a saltos de mi trazada y se planta a observarme a unos metros, tan pancho como orgulloso; un erizo parsimonioso agradece que esté atento a los pequeños detalles en una de las rápidas pistas entre bosque y bosque... Imágenes así se suceden mientras pedaleo en un nítido día de primavera en el que no hay más ciclista que yo en el circuito. Porque la Vuelta a León BTT de 2024 con epicentro en La Bañeza (mi comarca materna) y ahora la de 2025 con epicentro en Astorga (comarca maragata, colindante con la bañezana), ha dejado, como hace en cada lugar por donde pasa, un valioso legado: el track del recorrido.

Un escenario impregnado de aromas de tomillo, fresco pinar, húmedo brezo… y de intensos tonos verdes, rojos, malvas, amarillos…

Al transitar por ese track en solitario hay otro tipo de satisfacciones, distintas a las del fin de semana de la prueba pero igual de agradecidas. Cada peripecia aporta lo suyo: la andanza por propia cuenta, el puro goce de la naturaleza tan pausadamente como uno quiera; la prueba, el placer de ir con compañeros y el beneficio de una excelente organización velando por tu seguridad en cada cruce de carretera y por tu debida nutrición en avituallamientos estupendos... En cuanto tenga ocasión, me lanzaré a disfrutar del legado que ha dejado la prueba de Astorga. Entretanto, he podido lanzarme a revivir el circuito de mi comarca materna en la misma estación del año en que tiene lugar el evento, con el escenario impregnado de aromas de tomillo, fresco pinar, húmedo brezo… y de intensos tonos verdes, rojos, malvas, amarillos… Sabio periodo del año el escogido por los organizadores de la prueba para mostrar las beldades de la provincia.

El campo en este periodo del año, una delicia

        Con epicentro cambiante, pues, esta carrera popular de 3 etapas posee, más allá del aspecto competitivo que cada participante opte por verle (hay categorías individuales y de parejas masculinas, femeninas y mixtas), valores de respeto por el medio ambiente y de amor por el deporte. Con el fin de conocer su filosofía, me reúno con uno de sus ideólogos, Israel Nicolás, para que nos confíe cómo nació y se ha ido desarrollando un evento que ha cumplido su octava edición en 2025. Y nada mejor que tener la reunión al pie de donde se realizó la salida de la edición de mi comarca materna, donde coincide que está también el bar de la piscina del pueblo, de Palacios de la Valduerna concretamente (¡qué elemento tan divinizado en los veranos de los pueblos de interior el bar de la piscina!) y la sede de Aguas Teleno, uno de los patrocinadores del evento (con nombre de la montaña que desde la lontananza nos custodia y a cuyas lomas se avecinan los tracks de la etapa reina de 2024, con salida y meta en La Bañeza, y los de la etapa reina de 2025, con salida y meta en Astorga).

Se buscó crear una carrera más accesible y popular, evitando que derivase en propuesta de alto nivel de competitividad, una carrera que no fuera solo para los más fuertes, sino para todo tipo de ciclistas.

Me cuenta Israel que él y su compañero en el emprendimiento de esta aventura, Carlos Jovellar, habían compartido variopintas experiencias en pruebas de mountain bike en diferentes puntos de la geografía: en países como Colombia, Marruecos y otros lugares. De ellas fueron cogiendo ideas y adaptándolas a lo que iba a convertirse en su propia efeméride en territorio leonés. «De La Transpirenaica -me dice- aprendimos lo de no hacer toda la prueba cronometrada, sino dividir alguna etapa en tramos cronometrados y no cronometrados y así permitir que alguno sea para disfrutar el paisaje cada cual a su ritmo. En las primeras ediciones hacíamos toda la prueba cronometrada, pero luego decidimos cambiar algo el enfoque, inspirándonos no solo en La Transpirenaica sino también en la Marruecos On Bike, para crear una carrera más accesible y popular, evitando que derivase en propuesta de alto nivel de competitividad. Desde el principio tuvimos claro que queríamos una carrera que no fuera solo para los más fuertes, sino para todo tipo de ciclistas».

Objetivo: pasarlo bien

       La conversación transcurre relajadamente, con refrigerio sobre mesa y con la tranquilidad que brinda el ambiente de una localidad a orillas del río Duerna. Yo vestido de ciclista tras inspeccionar la que fue la etapa prólogo de 2024 e Israel preparado para hacerse una escapada en su furgoneta una vez terminemos nuestra charla. Le pregunto el porqué del formato elegido y así me lo comenta: «La idea era que fuera una carrera popular por etapas que permitiera a los participantes conocer rincones bonitos de León. Al principio cada etapa se montaba en un sitio diferente, con la logística de montar y desmontar cada noche, pero eso resultaba una locura. Decidimos cambiar y poner dos salidas de etapa en poblaciones cercanas entre sí, con un formato que ofrezca variedad para todos los gustos: quienes quieran exprimirse a fondo tienen tramos cronometrados; quienes prefieran distancias largas tienen la etapa del medio, “la reina”; y los amantes de los senderos encuentran tramos con senderos técnicos en más de una». Si la etapa 1ª (o prólogo) de 2024, la del viernes, partió del punto en el que estamos charlando, la salida y meta de las etapas del sábado y el domingo fueron en la capital comarcal bañezana, a 5 km de aquí (de igual modo, la prólogo de 2025 ha partido de San Justo de la Vega, a 5 km de Astorga).

La variedad de escenarios ayuda a que cada edición sea única y atractiva, con el aliciente de que repetir participación nunca significará repetir paisajes.

       León tiene paisajes con encanto a tutiplén -le digo-, ¿cuáles han sido los que habéis elegido en los años previos? «El recorrido ha ido evolucionando con el tiempo -apunta Israel-. Hemos pasado por zonas más avecinadas a la cordillera como Las Omañas, Luna, Pola de Gordon, La Robla, Almanza, Cistierna (en las proximidades de los Picos de Europa), y también apostado por lugares más arriesgados como este de La Bañeza, en zona sur de la provincia, con resultados muy positivos». Sin duda, la variedad de escenarios ayuda a que cada edición sea única y atractiva, con el aliciente de que repetir participación nunca significará repetir paisajes.

Pistas y senderos, en la variedad está el gusto

        

La carrera se ha convertido en una fiesta: damos a los corredores tortillas y cecina, y productos de la zona; y se hace incluso cata de cerveza, que no en vano el cultivo del lúpulo en León tiene una gran tradición y producción.

«En cuanto a la financiación -añade Israel- todo empezó con una apuesta personal. Se tuvo que poner dinero de nuestro bolsillo, claro, porque creíamos firmemente en el proyecto. Al principio hubo pérdidas, pero seguimos invirtiendo y confiando en que la carrera iría creciendo. Aunque las instituciones provinciales y regionales no nos apoyaron inicialmente, sí lo hicieron los ayuntamientos, que aportaron recursos y colaboración. La tercera edición fue ya un éxito rotundo, con 650 corredores inscritos, lo que llevó a limitar la participación a 500 en ediciones siguientes, para mantener la calidad y el espíritu de la prueba. Además, la carrera se ha convertido en una fiesta: damos a los corredores tortillas y cecina, y productos de la zona; y se hace incluso cata de cerveza, que no en vano el cultivo del lúpulo en León tiene una gran tradición y producción… Es que es así: el espíritu de esta carrera es el del turismo deportivo. Así lo entendemos. Una oportunidad para descubrir León y su cultura. De hecho, acostumbra a haber participación internacional: franceses, holandeses, portugueses, belgas y otros… Recuerdo que en algún año de lluvia, algunos corredores extranjeros, como los holandeses, estaban encantados, porque para ellos hacer BTT en condiciones adversas forma parte indisoluble y natural de la experiencia. Así les gusta… De cara al futuro, sería deseable, desde luego, contar con una mayor inyección económica de alguna institución provincial para seguir creciendo y mejorando. Pero sobre todo, lo importante es mantener el espíritu... Siempre mantener el espíritu de contexto puramente amistoso».

Haciendo amigos en los avituallamientos

          Camaradería y sano deporte palpable en casi todo momento. Puedo afirmarlo, ya que, así como indago el recorrido de La Bañeza 2024 en solitario, durante el evento me metí a vivirlo desde dentro. He podido analizar el formato, y debo decir que me ha encantado. A veces uno vive en su propia comarca sin zambullirse en rincones excepcionales que esconde (¡y no digamos en una provincia tan extensa y variada como la leonesa!). Esta ruta BTT me ha dado esa zambullida en escenarios que, aun habiendo habitado años por aquí, desconocía. Ya la etapa prólogo me pareció fascinante, al ofrecerme una visión de los bosques cercanos a donde nací de una forma sorprendente.

¿De dónde ha salido este paraíso?

De repente me daba la sensación de estar en un entorno desconocido. «¿De dónde ha salido este paraíso?», me venía pensar, al tiempo que intentaba seguir la estela de dos vascos hablando en euskera (supongo que el de delante iba informando al otro del terreno que venía, y yo hubiera deseado entenderle, ya que, aun siendo del lugar, ni idea tenía). Tuvo remate del tramo cronometrado esa prólogo, además, en sitio especial para oriundos como yo: el alto en que se halla la ermita de Castrotierra, que avista privilegiadamente estos dominios y es testigo de romerías como la de las bicis de tantas familias que cada día 1 de mayo acuden a ella, tradición con longevidad de casi medio siglo esa, pero que se queda corta ante la secular raigambre de sacar la Virgen de tal castro para pedir lluvia para los campos (en el año corriente no haría falta sacarla, afortunadamente). Los ciclistas y los agricultores tienen algo en común. Miran al cielo antes de ponerse en faena...; y bien saben los agricultores que la primera quincena de mayo puede traer temperaturas gélidas, temidas por las cosechas, a estos lares del noroeste de la meseta. Esas condiciones invernales aderezadas con chubascos se presentaron en la edición de 2024 y en la de 2025, añadiendo la diversión o acicate del barro a caminos entre campiñas y a chispeantes sendas.

Las viandas que aguardan en meta ¡hay que ganárselas!

            Por otro lado, la meteorología provocó un recorte de una treintena de kilómetros en la parte de más alta montaña en la etapa 2ª de 2024, la etapa reina. Y ahí es donde, por ejemplo, entra a jugar su rol ese legado del recorrido marcado para GPS del que hemos hablado antes, puesto que puedo completar en cuanto tengo una oportunidad esta etapa (como cualquiera que lo desee, esta y las otras); ahí es, pues, cuando cargo bocata en riñonera (y bidón al que no le faltarán fuentes cuando se agote) para ir a que se me revele, con sol y todas sus excelencias, lo que “el día de” no pudo hacerse. Tras deslizarme por un par de valles, acabo silueteando (y sufriendo, con gusto) las inmediaciones del pico Sanguiñal, entre sublimes rocas, robles, y pinos. Parte de estos montes ardieron tristemente en 2012, pero la naturaleza deja una vez más patente que su acción de recuperación es mucho más consciente que la humana, e infinitamente más cuerda que la acción criminal que la absurda mecha prende; aunque hacen falta unos 50 años para emular completamente lo perdido. Por suerte, hay monte salvado en cantidad.

Son frecuentes por estas zonas las escenas de corzos correteando para refugiarse bajo la foresta.

       Los desniveles del track son peliagudos, ¡más vale dosificar! Ofrecen su ayuda las corrientes de agua relajando pensamientos con su sintonía… y yo aprecio la buena intención, pero me dan envidia porque van hacia abajo y yo hacia arriba. Aprovecho una fuente para una pausa que me permita admirar el panorama: enseña un embalse (el de Valtabuyo) en primer plano y allá al fondo muros rojizos de desmontes de aluvión hechos por antiguos romanos en busca de venerada materia áurea. Sin embargo, el tesoro de donde estoy es de vegetación y fauna. En una salida por los aledaños de La Bañeza, aparte de escenas como las citadas en el primer párrafo, son frecuentes las de corzos correteando para refugiarse bajo la foresta, pero lo que veo en esta área es un ciervo de más altura que la de cualquier animal bípedo en bici, y me impresiona. Un espécimen hermoso que demuestra que la vida en estos montes vence con creces... Se me cura la envidia a los regueros descendentes cuando llega mi momento de la bajada. Apoteósica galería a cielo abierto con ráfagas de flores por ambos lados. Exige estar muy atento a las piedras y badenes del camino, y dominar lo mejor posible la montura. Algo de reposo para piernas, fatiga para brazos ¡y emprendiendo regreso a La Bañeza!...

       Las trialeras del alto de La Portilla, elevación montuna muy apreciada por los más habilidosos sobre las dos ruedas, son uno de los alicientes de la etapa 3ª. Por ahí y por los alrededores me lo paso pipa cada vez que voy a mi aire y también he besado el suelo más de una vez. El día de la carrera así fue también (ambas cosas, lo de pasarlo pipa y lo de besar el suelo enfangando más aun la ropa). Entre el par de sapadas pegadas y el circuito rompe piernas que me puso contra las cuerdas, poco más y quitan la pancarta de meta antes de que llegase a ella. También han sudado lo suyo mis amigos Luisfer y Viti, con quienes he compartido esta experiencia; si bien, cada cual ha ido llegando a meta cuando buenamente ha podido (rostros parecidos se han visto en la línea de meta de 2025…).

¡Los últimos serán los primeros, en el reino de…

      

…en el reino de León al menos!, eso nos dijeron.

          Con una sonrisa de oreja a oreja y de barro hasta las cejas, nos sentimos tan felices con la experiencia vivida, con las raciones de pasta dadas por la organización y con el saboreo de las bondades de la tierra, entre ellas la cecina que algo le debe al ganado que campa en pastos de la provincia y la bebida que algo le debe al lúpulo de la ribera del río Órbigo junto a la que estamos. Los tres formamos parte de un equipo que realizó otro tipo de Vuelta a León, igualmente de 3 etapas, pero por carretera y por otra causa: Vuelta a León pedaleando por el colon. Con la versión todo terreno ahora quedamos muy contentos, como le suele pasar a quien se acerca a tal propuesta… Casi un milenio antes de que fuese inventada la bicicleta, cuando León era ya cristiano reino, sería vistosa fórmula la de conocer sus privilegiados parajes a lomos de sus estimados caballos; al igual que otro milenio más allá, cuando los citados antiguos romanos fundaron Astúrica Augusta. Hoy se presta opción más a mano el conocerlos pedaleando, y la Vuelta a León BTT y su anual legado es óptima forma de comprobarlo. En 2024 desde La Bañeza, en 2025 desde donde se ubicó aquel campamento de Astúrica Augusta, en 2026… ¡sorpresa! 

Fin de tramo cronometrado en 2024 (ante la ermita de Castrotierra, foto izda.) / La catedral de Astorga, testigo de la edición de 2025 (foto dcha.)