Es comprensible que en la vida diaria nuestras decisiones y juicios obedezcan a una visión de corto plazo. El tiempo que hace, por ejemplo. Lo que ahora nos afecta directamente es que en muchas partes del país hemos podido disfrutar (cuando la lluvia nos lo ha permitido) de temperaturas muy cálidas en este invierno, y eso significa que salimos a montar en bici y disfrutamos más, un lujo inesperado.
Hay una acción humana y como humanos nos toca hacer algo
En un plano más general nos alegramos de que con los precios del gas y la electricidad no hayamos tenido que gastar tanto en calefacción. Es comprensible que nos alegremos de ello, pero sólo estamos mirando a corto plazo. El tiempo atmosférico está de nuestra parte, pero el clima no lo está. En 2022 la temperatura media anual en nuestro país se situó este año por primera vez por encima de los 15 ºC y supera a los años más cálidos hasta ahora, 2017 y 2020. Ha sido el más cálido y uno de los más secos de la serie histórica. Lo malo es que los otros dos años más secos fueron 2005 y 2017, o sea, hace sólo unos pocos años. Y si alguien aún me cuenta que se trata de una situación coyuntural, que años de calor ha habido siempre, que vea la serie histórica de temperaturas medias y que compruebe cómo desde 2011 hemos estado año tras año repetidamente por encima de la media histórica. No estamos hablando del natural devenir de las cosas, no es lo que siempre ha pasado, y la ciencia y la estadística nos lo están diciendo sin género de dudas. Hay una acción humana, y como humanos nos toca hacer algo, desde lo personal con nuestros hábitos de consumo energético hasta lo colectivo, apoyando las políticas necesarias para reducir la huella de carbono.
Como amantes de la bici, nos ha podido parecer una gozada montar en manga corta muchos días de este pasado invierno e incluso a principios de primavera, pero, ¿no queremos que nuestros hijos puedan heredar un planeta habitable?