¿Entrenas o montas? Esta es una pregunta que me hago a mí mismo, y no sé responderme. Digamos que el MTB lo concibo ante todo como una diversión, desde ese punto de vista podríamos decir que más bien yo sencillamente “monto” en bici, pero lo que pasa es que sentir que puedes ir un poco más rápido que antes es también divertido, y tener más fuerza y resistencia hace que las rutas puedan ser más intensas, más largas, más… divertidas. Así es como te planteas organizar un poco tus salidas en bici para mejorar tu forma física, empiezas a hablar de volumen y de intensidad, en lugar de duración o rapidez, empiezas a decir: “salgo a entrenar” en lugar de “salgo a montar”...
Sentir que puedes ir más rápido también es divertido.
Bueno, al fin y al cabo son solo palabras. Cuando empieza a explotarme la cabeza es en el momento en que empiezo a pensar: “mañana toca hacer poco volumen e intensidad para asimilar”, pero llega mañana y lo que me apetece es montar y montar, aprovechar las horas de luz, ponerme un foco potente si es necesario, prolongar la ruta, acabar extenuado… no me gusta sentir que el entrenamiento sea mi prisión, y es cuando pienso que yo realmente no entreno, que yo monto.
Pero claro, abren inscripciones de esa maratón que tanto te gustó, esa en la que estuviste a punto de bajar de las tres horas el año pasado, y me digo: “a ver si este año lo consigo, tengo que prepararme bien. No debería pasarme mucho con las rutas porque ya van quedando sólo unos días, tengo que descansar para estar a tope el gran día”. Hoy hace un día estupendo y tengo varias horas por delante, pero por mucho que me apetezca, tengo que controlar mis ganas de montar en bici…, para completar un buen plan de entrenamiento. Vaya rollo.
En fin, que estoy hecho un lío, aunque hay una cosa que sí sé: ¡no me quites la bici, por favor!