Por lo general el disco de freno no debería verse afectado por un uso normal de las pastillas, es un material infinitamente más duro, aunque hay más motivos para que los discos estén en mal estado, desgastados o doblados. Toca la pista de frenado donde presionan las pastillas, y busca surcos o desgastes irregulares. Si aprecias algún escalón, el disco estará gastado de forma irregular y tendrás que cambiarlo. Puedes medir el espesor también, si es menos de 1,5 mm es hora de cambiarlo.
Si el disco está bien, para que mejore la frenada con las pastillas nuevas, primero límpialo con un spray especial para discos (de venta en tiendas de bicis) y luego le repasas la pista de frenada con una lija para metal de grano muy fino, un par de pasadas, para eliminar la capa deslizante y verás que bien frena.