Mecánica

Ajuste de calas. No es tan sencillo como parece

Entre la comunidad ciclista se percibe el ajuste de calas como un operación más o menos sencilla y rápida que no implica nada más que la colocación de los pies sobre los pedales, pero en realidad implica mucho más.

Miguel Ángel Sáez. biketraining.es

2 minutos

Ajuste de calas. No es tan sencillo como parece

La colocación de las calas no solo condiciona la manera en la que los pies se apoyan en los pedales, sino que va a determinar los ángulos en los que van a interactuar, como si de una cadena se tratara, el sistema compuesto por los tobillos, las rodillas, la cadera, el apoyo en el sillín o la espalda. Unas calas demasiado adelantadas o retrasadas, probablemente, van a reducir o incrementar el ángulo de flexión del tobillo, de la rodilla y modificar nuestro apoyo en el sillín en un intento por compensar la nueva posición de los pies, por ejemplo. Por este motivo, como decimos, ajustar las calas no es tan sencillo como parece y no puede llevarse a cabo como una acción aislada, sino que debería acompañarse de una revisión biomecánica para cercionarse de que las compensaciones o el nuevo patrón de movimiento que genera en el ciclista no sea lesivo.

Lo más habitual

De entre todos los ajustes posibles que se pueden realizar en las calas, son las modificaciones de avance o retroceso, hacia delante o hacia detrás, las que más pueden provocar molestias o alteraciones en otras zonas corporales del ciclista, pues implican cambios importantes en la participación de grandes grupos musculares como son los extensores de la pierna, los cuádriceps y su potente tendón rotuliano o los flexores, como son los isquiotibiales. Eso no significa que una mayor o menor rotación de las calas no afecte a las rodillas, pudiendo producir molestias o lesiones, pero son modificaciones cuyas consecuencias no suelen afectar a otras zonas del cuerpo como puede la pelvis y el apoyo en el sillín o la zona lumbar, por ejemplo.

 

Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que retrasar la posición de las calas supone que nuestro pie queda un poco más lejos del cuerpo, tenemos que extender ligeramente más la rodilla y puede, además, aumentar la presión sobre el sillín, incluso una mayor retroversión de la cadera si el ciclista dispone de poca flexibilidad. Por ese motivo y según resulte la revisión biomecánica tras el ajuste de calas, puede ser conveniente bajar ligeramente el sillín, para evitar compensaciones con la rodilla o la cadera que puedan alterar negativamente nuestro patrón de movimiento.

 

Adelantar las calas, sin embargo, aumenta la presión sobre la punta del pie, la presión sobre el tendón rotuliano e incrementa la activación del glúteo mientras que inhibe la acción del glúteo y el isquitibial. Adelantarlas supone también un ángulo más cerrado en la extensión de rodilla, un ángulo superior en la flexión de tobillo y un ángulo más cerrado de cadera, que puede ser conveniente o no, dependiendo de las necesidades biomecánicas de cada ciclista.

Con todo ello, nos debe quedar muy claro que el ajuste de calas no es tan sencillo como parece y que, necesariamente, deberíamos acudir a un biomecánico formado y con experiencia para que nos asesore en este paso si queremos asegurarnos de que obtenemos la posición ideal.

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