Se me agarrotan los dedos, ¡no puedo frenar!

Que un largo descenso te vaya cansando los brazos entra dentro de lo normal, sin embargo si en bajadas prolongadas llegas a tener problemas para mantener el control y fuerza de tus manos a a la hora de frenar, hay que buscar soluciones.

Yago Alcalde

1 minuto

Se me agarrotan los dedos, ¡no puedo frenar!

Si se te cansan mucho los dedos en las bajadas, hay que descartar un problema médico con uan visita al traumatólogo, para comprobar si podemos tener algún tipo de anomalía en la muñeca que esté generando un pinzamiento nervioso que desencadena el problema comentado.

Usar guantes con gel y puños blandos sin duda que es buena idea.

Sin embargo hay un par de detalles que hay que revisar. El primero es analizar la posición de las muñecas cuando estás bajando. Es muy importante mantener un ángulo de muñeca neutro, es decir, debe estar en prolongación con el brazo. No es bueno que la mano esté doblada hacia arriba, puesto que estás generando una presión sobre los nervios que inervan los dedos. Hay que conseguir esta posición neutra en la muñeca sobre todo en posición de descenso, es decir, estando de pie sobre los pedales y con un dedo sobre la maneta. Podemos regular la posición de las manetas para conseguir la correcta posición de las muñecas.

Además es posible que técnicamente podamos revisar un par de conceptos que pueden mejorar el problema. Se trata de adoptar una posición sobre la bici que descargue de presión las manos. Esto se puede conseguir tratando de poner más peso sobre los pedales, bajando ligeramente los talones. Igualmente va a ayudar si tratamos de flexionar más los codos, poner la espalda más horizontal y retrasar un poco la posición del trasero. Hay que tratar de buscar una posición en la que notemos una sensación de más ligereza de manos. Otra opción interesante es cambiar los puños y poner unos más ergonómicos. Estos puños se caracterizan por ser más anchos en la parte externa de los mismos, incrementando la superficie de apoyo y por lo tanto reduciendo la presión del puño sobre la mano. Aunque al principio se puede perder un poco de tacto, con el tiempo se recuperan las buenas sensaciones.  

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