1. No escatimes
Somos conscientes de que las prendas de invierno tienen un precio elevado, pero hay un motivo para ello. Las membranas y los tejidos empleados para su confección son muy elaborados y son fruto de una exhaustiva investigación. Puedes ir completando tu fondo de armario poco a poco y piensa que este gasto es más una inversión ya que lo habitual es que esta ropa dure unas cuantas temporadas.
2. Sudor condensado
El sudor es la herramienta más clara de nuestro organismo para llevar a cabo la termorregulación, una buena gestión del sudor nos mantendrá dentro de los límites del confort. Recuerda que jamás debe haber una condensación excesiva ya que este se puede enfriar y acabar causando el efecto contrario.
3. Frío al principio
Dado que el ciclismo es un ejercicio de intensidad elevada lo habitual es que al salir de casa con la equipación adecuada sintamos frío, no hay de qué preocuparse, es normal. Nuestras prendas comenzarán a ser efectivas cuando los músculos entren el calor, el motor se encienda y el cuerpo comience a sudar.
4. Ojo a las bajadas
Es habitual (más aún en ciclismo de carretera) que durante las bajadas prolongadas debido a la falta de ejercicio nos quedemos fríos, aunque no sea necesario pedalea a intervalos para tratar de mantener la temperatura constante.
5. El viento, enemigo imbatible
Cuando vamos encima de una bici el viento hace que la sensación térmica disminuya, basta con echar un ojo a esta tabla para apreciar el cambio. ¡Abrígate bien!