Para evitar el dolor muscular, la fatiga o incluso las agujetas, estos son los motivos principales por los que muchos ciclistas, incluidos los amateurs, toman antiinflamatorios no esteroideos como Iboprofeno o similares. Sin embargo, diversos ensayos cínicos han observado las consecuencias de la ingesta de este medicamento asociados a la práctica deportiva y sugieren ciertos inconvenientes que desaconsejan su uso.
1. Daño intestinal
Los antiinflamatorios dañan el tejido intestinal, buena parte del tracto digestivo, con lo que no son aconsejables, en ningún caso y menos todavía en pruebas por etapas, donde los procesos de recuperación pasan en buena parte por una buena asimilación de los alimentos que ingerimos, además del problema que supone la aparición de transtornos como vómitos, dolor estomacal o diarreas en este tipo de competiciones. En este sentido es desaconsejable siempre el uso de antiinflamatorios, pero especialmente si los vas a tomar y te quedan, todavía por delante, varios días de competición o esfuerzo intenso.
2. Daño muscular
La misma línea de investigaciones al respecto del uso de antiinflamatorios y deporte encontraron que durante la competición o esfuerzos intensos (el estudio se hizo con corredores a pie) existía en la sangre de los deportistas, y después del ejercicio, una mayor tasa de marcadores que indicaban mayor daño muscular en aquellos deportistas que habían ingerido antiinflamatorios. Por tanto, otro motivo más para evitar su uso excepto que se trate de casos de estricta necesidad o urgencia
3. Más lesiones por sobrecarga
El último problema que puede acarrear el uso de antiinflamatorio en deportistas es la mayor incidencia de lesiones, en el caso del ciclismo, por sobrecarga, al no existir apenas riesgo de lesión por traumatismo, al no existir impacto en el gesto del pedaleo. En todo caso, el motivo es que bajo los efectos de los antiinflamatorios podemos llegar a enmascarar el dolor que produce alguna sobrecarga, tendinitis, bursitis, entre otro tipo de lesiones musculares de origen inflamatorio. Esta circunstancia no hace más que agravar la situación, pues mientras no sentimos dolor estamos solicitando de manera intensa a la zona afectada agravando el proceso, sin tener por ello, mientras hacemos ejercicio, síntoma alguno. El problema aparece una vez desaparece el efecto analgésico del antiinflamatorio, con una lesión de mayor grado que la que teníamos antes del inicio del esfuerzo. De hecho, el dolor es un mecanismo de alerta que nos debería servir como feedback para evitar hacer ejercicio o solicitar a la zona afectada.