El carbono es un material mágico. “De serie” se puede elegir en multitud de rigideces unidireccionales, al contrario que el aluminio o acero, que presentan la misma rigidez en todos los sentidos. Esto establece la capacidad de diseñar estructuras complejas e increíblemente rígidas y resistentes en los puntos donde se necesita, según se coloquen las capas en uno u otro sentido, y en la cantidad de éstas.
La contrapartida es un proceso de construcción mucho más complejo y costoso. Algunos fabricantes optan por abaratar costes decantándose por técnicas más rápidas como el uso de tubos pegados, la gran mayoría de marcas de prestigio prefieren el monocasco. Y dentro de este proceso también existen diferentes calidades.
Los monoscascos de carbono de la más alta calidad tienen fibras continuas en las intersecciones para elevar la resistencia. Aplican moldes internos de poliestireno que presionan el cuadro desde dentro (posteriormente retirados) dejando una superficie interna limpia, libre de residuos o arrugas que podrían derivar en rotura. También se consigue una compactación mayor entre las capas, expulsando mayor cantidad de aire entre ellas, lo que aumenta la consistencia estructural.
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