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¿Por qué no triunfan los tubulares en MTB?

Tubeless, Tubeless Ready, cubierta y cámara, esa es al disyuntiva a la hora de elegir rueda, pero nos dejamos algo en el tintero, los tubulares. En carretera y ciclocross son más habituales, ¿por qué no lo son en mountain bike?

Ivan Mateos

1 minuto

¿Por qué no triunfan los tubulares en MTB?

 

Nino Schurter o Florian Vogel, son los principales embajadores de este sistema, aunque hay muchos más corredores que lo emplean, como el francés Miguel Martínez. Existen varias marcas como A. Dugast, Tufo o Challenge, siendo la más popular y elitista la primera. Tanto llanta como cámara forman una única pieza cerrada, con una mayor densidad de hilos en la carcasa; el tubular queda asentado sobre una llanta especial con un perfil más plano y que carece de laterales y ganchos, de manera que forman un “tubo” más robusto. ¿Sus virtudes? nos permite rodar con presiones más bajas, mejorando agarre, comodidad y minimizando el riesgo de “llantazo”.

El neumático va pegado a la llanta con una cola especial (sin petróleo en su composición), y este proceso algo minucioso y perfeccionista es el toque de exclusividad que les hace estar lejos del alcance de cualquiera. Esto y por supuesto, su elevado precio, algo que ya saben los aficionados al ciclismo de carretera y ciclocross, donde su uso es más frecuente. Un juego de ruedas tubular tiene un coste que comienza alrededor de 1.400€, mientras que el precio de los tubulares supera la barrera de los 100€ por unidad, dado que están hechos (cosidos y pegados) a mano. Tradicionalmente se utilizan llantas de carbono, aunque ya hay en el mercado opciones de aluminio como la llanta XMD309 de FRM (27 y 29”) con un coste de 117€, que acercan un poco más este producto a nuevos usuarios.