El aluminio, al igual que el resto de metales, está sometido a la fatiga. Su definición es: “Proceso de degeneración de un material sometido a cargas cíclicas, de valores por debajo de aquellos que serían capaces de provocar su rotura mediante tracción. Durante dicho proceso se genera una grieta que crecerá hasta producir la rotura de la pieza al aplicar un número de ciclos suficientes. El número de ciclos necesarios dependerá de varios factores como la carga aplicada, presencia de entallas…”
Para hacernos una idea, en el manillar hay varias entallas (en zonas de unión con otros elementos), una en cada abrazadera de los mandos, y otra en la unión con la potencia. Por lo que las opciones de rotura crecen con los años. Los fabricantes de prestigio someten a sus componentes a test de fatiga induciéndoles miles de ciclos de carga, asegurando su buen funcionamiento durante años, por lo general no se define el compromiso de “vida”, nos pueden orientar las garantías que los fabricantes ofrecen, pero en la vida real, la vida de un componente depende del estrés que sufran por tu peso, el uso que les des, cuando hayas usado la bicicleta… Si tu bici llega a los 9 o 10 años de uso, un buen consejo es sustituír los componentes más críticos.