Seamos sinceros, salir a pedalear con este frío da pereza, mucha pereza. Incluso los ciclistas avezados tienden a hacer rodillo en su salón durante los meses invernales. Y si el día se plantea lluvioso apaga y vámonos. No obstante para nosotros es uno de los mejores momentos del año para disfrutar de las dos ruedas. Los senderos suelen estar menos concurridos y los paisajes que se dibujan con el termómetro frígido desprenden una magnética belleza. Además la lluvia y el barro hacen de una salida algo épico, un café o un caldo caliente son la recompensa de los valientes. La ducha de después y la sensación de haber ganado; el premio del que ha vencido a la pereza.
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