Al igual que hace décadas un freno de disco suponía un incremento de peso respecto a un V-Brake, una horquilla con suspensión frente a una rígida, o los primeros Tubeless respecto a los sistemas tradicionales de neumático y cámara, y en la actualidad están contrastadamente aprobados y utilizados por la mayoría de nosotros, las tijas telescópicas penalizan unos cientos de gramos a cambio de unas ventajas muy claras.
Su peso habitual suele estar generalmente entre 500-600 g (incluyendo el mando). Si tomamos como referencia los 560 g de una RockShox Reverb Stealth (uno de los modelos más presentes en el mercado), supone 310 g más que una tija de aluminio estándar como la Truvativ Holzfeller (240 g) y 370 g por encima de una Ritchey WCS (190 g). Estos márgenes aumentan si comparamos con modelos de carbono, 350 g más que una FSA K-Force (210 g) y nada menos que 415 g más pesada que una superligera AX Lightness Europa Premium (145 g).
Sin embargo, en el mercado cada vez hay más modelos específicos para XC (aquí te descubríamos cuatro de ellos) En el caso de las tijas telescópicas superligeras para Rally , el salto de peso va desde los 240 a menos de 500 g, por lo que el lastre se reduce.
La evolución de la tecnología, con mayor integración en el propio cuadro (aquí hablábamos de ello) o los primeros prototipos de tija que también baja sola, corre a favor de la proliferación de la tija telescópica, también en XC, el último reducto, la última aldea gala que se resiste a la invasión.